martes, 17 de abril de 2007

PRIMER CONGRESO INTERNACIONAL DE TURISMO ARQUEOLOGICO

MEMORIAS
En el Municipio de San Agustìn-Huila, Colombia, durante los dìas 15, 16, 17, 18 de junio de 2005, se llevò a cabo el Primer Congreso Internacional de Turismo Arqueològico, con la participaciòn de numerosas personalidades del paìs y del exterior, que vieron en el evento la oportunidad de concer y explorar desde lo acadèmico y vivencial, nuestra cultura agustiniana patrimonio històtico y cultural de la huamindad. Por ello, es nuestro deseo que el contenido de las ponencias o memorias del evento sean conocidos por todo el mundo a travès de la red, con el fin de que nos visiten en esta maravilla colombiana.

CONTRIBUCION DE LOS SISTEMAS DE INFORMACION


A CONTRIBUIÇÃO DAS NOVAS TECNOLOGIAS
PARA A PROMOÇÃO DO PATRIMÓNIO


TERESA MARQUES
Coordenadora do Gabinete de Inventário e Informática
do Instituto Português do Património Arquitectónico - IPPAR

Licenciada en Historia. Asesora principal del Instituto Portugues de Patrimonio Arquitéctonico y Arqueológico. Consultora de la Unesco para avalar la candidatura a Parimonio Mundial de Conjunto Arquelógico de Tarragona España. Autora de cerca de treinta artículos sobre inventarios, gestión y valoración del patrimonio, correspondiente a la Red Europea de Patrimonio del Consejo de Europa. Miembro de asociaciones científicas nacionales e internacionales como: la Asociación de Arqueólogos Portugueses, la Asociación Profesional de Arqueólogos, la Asociación Europea de Arqueólogos, y miembro del Núcleo de Sociedades de Información del Ministerio de Cultura Portuguesa.



RESUMO

As principais atribuições do IPPAR são o estudo, classificação, protecção, recuperação, valorização e divulgação do Património Classificado português.

Para desempenhar, com maior eficácia, a tão difícil tarefa de gerir e divulgar um património composto de cerca de 4500 imóveis com protecção legal, desde 1995 que se tem vindo, em conjunto com a empresa CHIRON, a desenvolver um Sistema Integrado de Gestão do Património Imóvel, construído inicialmente para a gestão do património aqueológico, e designado de Endovellicus, que possibilita actualmente o armazenamento de informação referente a todo o tipo de património fixo: monumentos, conjuntos arquitectónicos e sítios arqueológicos.

Este Sistema, para além de assegurar o conhecimento dos bens patrimoniais e respectiva bibliografia, da protecção legal, dos documentos e processos a eles associados, bem como das intervenções relativas às acções de conservação e restauro realizadas , permite ainda a consulta a todos os movimentos que englobam as acções respeitantes aos pedidos de parecer obrigatórios do IPPAR, relativos ás operações urbanísticas em monumentos com protecção legal .

Esta informação é disponibilizada ao público via Internet em http://www.ippar.pt/ na medida da sua actualização, considerando-se este site como uma janela pública do respectivo Sistema de Informação.

Elaborado em 2001, no âmbito do projecto “Inventariação e Digitalização do Património Histórico – Cultural 2000-2006 “, aprovado por fundos comunitários europeus no âmbito do Programa Operacional da Cultura, assenta em 3 ideias base:
Aproximar o Instituto do cidadão;
Utilizar o Sistema de Informação para uma mais rápida e eficaz actualização dos conteúdos;
Promover a defesa e divulgação do Património Cultural

Como pontos mais relevantes e inovadores destacam-se:
- A disponibilização de formulários com múltiplo fins, permitindo o preenchimento on line e o respectivo download;
- A disponibilização de informação detalhada de monumentos visitáveis, com indicação da iconografia dos serviços disponíveis;
- A actualização periódica das notícias e da agenda das actividades referentes ao IPPAR;
- A sistematização da principal legislação sobre património arquitectónico;
- A possibilidade de encomendar on line objectos e publicações , disponíveis nas lojas;
- A pesquisa de património classificado, cujo acesso é efectuado directamente a partir do Sistema de Informação;
- A localização dos imóveis legalmente protegidos ( ca de 4.500) permitindo a realização de pesquisas geográficas a várias escalas, desde o nível nacional até ao nível de rua, para alguns centros urbanos, na medida dos protocolos estabelecidas com diversos Municípios;
- A divulgação dos bens culturais portugueses inscritos na lista do Património Mundial;
- A disponibilização de uma pesquisa de alguns programas de recuperação e valorização do património, nomeadamente os Itinerários Arqueológicos do Alentejo e Algarve, resultantes de um programa específico desenvolvido pelo Instituto Português do Património Arquitectónico, em colaboração com o Instituto de Apoio e Financiamento ao Turismo, e em articulação com as autarquias envolvidas, bem como outras entidades públicas e privadas.

EL TURISMO ARQUEOLOGICO EN MEXICO


EL TURISMO ARQUEOLÓGICO EN MÉXICO


DR. ERNESTO GONZÁLEZ LICÓN
Escuela Nacional de Antropología e Historia

Licenciado en Arqueología de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, es Master en Arquitectura, con especialización en restauración de arquitectura prehispánica de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía Manuel del Castillo Negrete y doctor en Arqueología de Universidad de Pittsburgh, Estados Unidos. Desde 1997 se desempeña como profesor investigador de tiempo completo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México. Entre sus múltiples desempeños se mencionan: miembro e investigador nacional del Sistema Nacional de Investigadores, CONACYT, director del proyecto desigualdad social en Monte Albán, Oaxaca, y secretario del Colegio de Arqueólogos de México, miembro del Icomos mexicano del organismo “A” de la UNESCO, de la Asociación Mexicana de Antropología Biológica, de la Sociedad Mexicana de Antropología, y de la Sociedad de Arqueología Americana.


Desde la perspectiva que ofrece el siglo XXI, resulta para todos evidente que en el siglo pasado, el turismo fue una de las industrias de mayor crecimiento y cuyo desarrollo tuvo un impacto importante en casi el mundo entero. Al menos otros dos aspectos contribuyeron a que el turismo fuera un elemento detonante en muchos países: por un lado, el que las esperanzas de vida de los habitantes de países desarrollados aumentaran, permitiendo a un grupo cada vez mayor de personas vivir más y viajar más; y por otro el desarrollo acelerado de las comunicaciones entre los habitantes de este planeta, incluyendo el cine y la televisión pero sobre todo el Internet en las últimas dos décadas del siglo pasado que puso al alcance de la mano de cada vez mayor número de gente, la información acerca de las características y bellezas de cada rincón del mundo.
Debido a la influencia del turismo, durante el siglo pasado se experimentaron cambios importantes en la concepción misma de la “modernidad” pues mientras que durante la primera mitad del siglo XX se trataba de imitar y parecer al modelo de desarrollo occidental, durante la segunda parte, se destacaron las diferencias culturales como algo digno de ser reconocido y aceptado. Aquellos sitios que conservaban una identidad propia, con su lengua, vestido, costumbres, religión y festividades y sobre todo su arquitectura, se volvieron un atractivo para millones de visitantes que buscaban y apreciaban esas diferencias. Desde el punto de vista arqueológico, capitales del mundo antiguo como Roma, Grecia y Egipto, así como Teotihuacan, Tulúm y Chichén Itzá en México se vieron materialmente invadidas por mucha más gente que en décadas anteriores. Debemos sin embargo reconocer que el incremento en el número de visitantes hacia la mayoría de estas ciudades antiguas también tuvo que ver con las facilidades que encuentran los viajeros para llegar a ellas, la información disponible por diferentes medios, en una gran cantidad de idiomas, acerca de su arquitectura, desarrollo histórico y significado cultural. La presencia de restaurantes y hoteles de diferentes rangos de precios es otro factor e igualmente el que exista seguridad para el viajero durante sus recorridos. Además, a lo anterior hay que agregar la presencia constante a nivel mundial de campañas comerciales en muy diferentes medios donde destacan los aspectos más relevantes de cada una de estas ciudades y de algunos otros atractivos de la región que es lo que muchos visitantes buscan, como pueden ser las playas, los centros históricos, museos, artesanías y comida típica por mencionar algunos.
Dentro de estas consideraciones está el garantizar el beneficio de las comunidades a donde llega el turismo. Para ello debe existir una planeación adecuada a corto, mediano y largo plazo donde se invite a participar a las comunidades que habitan en las cercanías de los sitios arqueológicos y centros históricos. “De esta manera los motivaremos para conservar y proteger su entorno ecológico, cultural y urbano así como sus modos de vida tradicionales, fortaleciendo su propia identidad en lugar de adoptar formas y actitudes importadas que nada tienen que ver con la región o el país” González Licón 1998: 19-30). No debemos perder de vista el sentido social de la riqueza que genera el patrimonio cultural de un pueblo. En sentido estricto el patrimonio es de todos y por ello, los beneficios deben también ser repartidos. Por ello es importante que todo segmento socioeconómico de la población tenga acceso a la cultura, que normalmente es el gran fallo de los gobiernos. Generalmente se enfoca la actividad “cultural” para las clases acomodadas, sin embargo los gobiernos están obligados a invertir en investigación, protección y difusión de su propio patrimonio cultural nacional y garantizar el acceso a toda la población.
En 1993, el ICOMOS, (International Council on Monuments and Sites) publicó la obra: Turismo en sitios patrimonio cultural de la humanidad. Un manual de manejo. el cual contiene importantes recomendaciones para el manejo de sitios culturales con afluencia de turistas. Sobre todo enfatiza el establecimiento de un proceso de planeación de la gestión cultural, entre los que se incluye el inventario de recursos, los cuales en muchos de los casos de sitios arqueológicos no son renovables, su categorización y evaluación, así como la adopción de de regulaciones generales e incentivos para su conservación por parte de los funcionarios, visitantes y comunidades, asociaciones y patronatos involucrados (Sugaya y Brooks 1999:5).
En todo plan de manejo de un sitio cultural, en este caso nos referimos específicamente a sitios arqueológicos, debe haber un proceso de coordinación donde los diferentes planes y programas están integrados y apoyándose unos a otros. El plan de manejo del sitio arqueológico debe tomar en consideración los aspectos más generales de las comunidades que lo rodean aunque debe estar también considerando la presencia del turismo en el sitio. En este sentido se da un proceso en dos direcciones: la calidad de vida de los residentes, dentro o cerca del sitio arqueológico tiene un gran impacto para la experiencia que tienen los visitantes. A grandes rasgos debemos pensar que lo que es bueno para los habitantes es bueno para los visitantes. Por supuesto que el plan de turismo debe estar supeditado a los de investigación, conservación, mantenimiento y difusión del sitio mismo. Los funcionarios de turismo, así como las asociaciones de los servidores del ramo turístico (hoteleros, restauranteros, transportes, guías, etcétera) deben ser consultados durante la elaboración del plan de manejo turístico para que esté en armonía con el de conservación del sitio. En otras palabras, los planes de manejo turístico deben ser tan solo una parte del plan integral de manejo del sitio arqueológico. Igualmente, los proyectos y plan de manejo turístico debe reconocer y aceptar los objetivos del plan maestro, donde se especifiquen de manera muy clara los límites físicos en cuanto a la capacidad de recibir turistas por día, semana o mes y las limitaciones que deberán ser impuestas de acuerdo al número de estos, las cuales pueden variar dependiendo de la temporada de mayor o menor afluencia de visitantes. En suma, el en proceso de la planeación del manejo de sitios arqueológicos, la conservación precede al turismo.
Los sitios arqueológicos están bien reconocidos como atractivos importantes dentro del cada vez mayor turismo cultural. Esta es una oportunidad que no se debe desperdiciar para darle un sentido social al aprovechamiento del patrimonio cultural. Desde el punto de vista gubernamental, a los esfuerzos promocionales, se les debe acompañar de inversiones directas en infraestructura tanto en el sitio como en otros sitios culturales vecinos o en la ruta hacia los centros urbanos mayores. Aquí nos referimos además de la adecuación de carreteras, puentes, accesos y señalización, a la realización de campañas de embellecimiento de los bosques, haciendas, templos y pueblos vecinos, así como a la impresión de mapas y rutas turísticas, a la creación de centros para visitantes con la exhibición y venta de los productos y artesanías locales. Para el turismo cultural, hay que pensar que no solo visitará los sitios arqueológicos existentes en la zona, sino también los centros históricos, los mercados o plazas donde se reúna la población para sus fiestas y celebraciones. Para un gobierno, aunque pudiera pensarse que hay sitios que por sí solos, representan un atractivo para los visitantes, deben incluirse otros que por sus características sean una alternativa adicional para extender la estadía de los visitantes. En este sentido lo importante será encontrar el elemento atractivo para el turista, crearle una imagen que pueda ser ofertada en el mercado nacional e internacional.
En la planeación y subsiguiente implementación de programas, debe uno considerar al menos tres factores: la cooperación entre los actores involucrados en este proceso; la importancia del recurso cultural y; el beneficio económico que es el que busca el sector turístico. Debe haber beneficios equitativos para todos.
Hay países que ante la escasez de manifestaciones materiales de su cultura, arquitectónicas o monumentales, consideran válido el recurso de reproducción o recreación; delegan en la función escenográfica, la expresión de un anhelo de ser o de o haber sido. Otros países, devastados por la guerra o por fenómenos naturales, recurren a la reconstrucción ilustrada y documentada. Algunos más, como la India o México, por citar sólo dos ejemplos, tienen arduos problemas en preservar o en siquiera conocer y registrar su enorme Patrimonio Monumental. Para el fenómeno turístico en general, cualquiera de estos escenarios puede ser potencialmente explotable, no así para el turismo cultural, que cada vez exige más autenticidad y que se inclina ya por preferenciar la visita a sitios con Patrimonio original y auténtico (de Santiago 1999).
Se debe tener cuidado con copiar o reproducir aspectos que en otros lados han resultado pero que implementados en otro contexto pueden ser falsos. Esto es muy evidente en algunos lugares como Estados Unidos donde en Las Vegas o parques temáticos de los estudios Universal en Los Angeles, se reproducen sitios enteros para la contemplación y diversión de muchos visitantes pero que no reciben más que una visión distorsionada de la realidad. Tampoco es suficiente el tener el sitio por si mismo, la competencia entre naciones por el turismo y los dólares que derrama es muy grande. Las inversiones en estos parques temáticos es enorme y puede inclusive ganarle la batalla al sitio original con las pérdidas consecuentes.
Uno de los beneficios esperados del turismo cultural opera tanto en el visitante como en el residente. A través del contacto e intercambio mutuo, el turismo puede hacernos conscientes de nuestras diferencias y similitudes culturales (Ann Webster Smith “Cultural Tourism and Historic Hudson Valley” 10th Asamblea General del ICOMOS).
Solo para darnos una idea de como ha cambiado la concepción del turista en cuanto a su impacto en la conservación de los sitios arqueológicos, tomemos como ejemplo la idea que se manejaba en ICOMOS hacia 1976 cuando se consideraba al turista como una amenaza potencial hacia los sitios arqueológicos. Pues bien, a partir de 1999, durante la XII Congreso Mundial sobre Conservación se busca una mejor relación entre el turista y la conservación de los sitios. Y una forma de lograrlo es haciendo que el visitante entienda la importancia que tiene la conservación del sitio mismo de una forma adecuada. Que la presencia de los turistas es una forma de hacerse de los recursos nunca suficientes para conservar y mantener el patrimonio arqueológico descubierto y propiciar nuevas investigaciones. Sin embargo debe enfatizarse el hecho de la fragilidad de este patrimonio y que deben por lo tanto observarse todas las indicaciones presentes en los planes de desarrollo para garantizar su sustentabilidad, las utilidades de los industriales e inversionistas del ramo y el desarrollo adecuado y armónico de las comunidades aledañas.
En este sentido el patrimonio cultural debe entenderse como un recurso económico que se convierte en motor del desarrollo y como tal, es necesario conocerlo, respetarlo, protegerlo y difundirlo; primero ante la población local y enseguida, ante los turistas potenciales y los visitantes en general (de Santiago1999).
Mucho se ha dicho ya sobre la importancia del turismo en el mundo actual. Desde la declaración de Bruselas, en 1976, donde se reconoció que “el turismo es un hecho humano irreversible” y “al cual no se puede separar de sus efectos negativos sobre el patrimonio”, se afirma que por ese mismo hecho,“el patrimonio cultural y el natural toman precedencia sobre cualquier otra consideración, por justificada que ésta sea en lo político y en lo socioeconómico”. Por esta causa no hemos dejado de preocuparnos por conciliar los legítimos intereses de ambas posturas: la que redescubre, valora y protege al patrimonio, ante la que desea utilizar a éste para propósitos turísticos, en aras de generación de riqueza económica y de creación de empleos.
Europa está a la cabeza como receptora y como emisora de turismo internacional. Por su propia formación, el europeo tiene tendencia a favorecer el turismo de tipo cultural y hasta hay quien afirma que esa modalidad nació en Italia; como quiera que sea, es un hecho que los países europeos, incluyendo ahora a Europa del Este, reciben 4 veces más turismo que los 3 países del tratado de libre comercio de Norteamérica; México, a su vez, recibe más turistas que todo el Caribe o toda Latinoamérica.
Dentro de los elementos que constituyen la oferta del turismo cultural, el papel central lo tiene la arquitectura monumental. Baste ver de qué manera se hacen publicidad los grandes destinos turísticos del mundo: imágenes de sus monumentos, de sus sitios arqueológicos, de sus grandes espacios urbanos, plazas y bulevares, vistas de sus barrios característicos, de sus grandes palacios y templos. Esto es complementado hábilmente en la publicidad por otras manifestaciones culturales y por elementos de espectáculo, diversión, compras, gastronomía, juego y paisajes naturales.
Para que esa experiencia cultural sea benéfica y educativa, el turista requiere relacionarse adecuadamente con la población local, en particular en el caso de los sitios “vivos”, que aún son habitados y usados por las comunidades que tienen ahí sus raíces y para ello es menester aplicar cuidadosamente las técnicas ya existentes de información y comunicación entre el turista y la población del sitio.
Otro factor complementario es la naturaleza: actualmente se ha puesto en boga el ecoturismo, como consecuencia de una mayor conciencia de la conservación del medio natural y como una especie de reacción contra el abuso del turismo masivo de evasión y de sol y playa. En lugares donde se dan las condiciones naturales necesarias, es imprescindible buscar la liga del patrimonio histórico con la naturaleza, con el entorno en su conjunto; esto afirma la personalidad del sitio, promueve un respeto más amplio por lo cultural y lo natural y contribuye al disfrute turístico pleno.
La diversidad cultural de nuestras sociedades reclama el derecho a la diferencia, por ende el modelo de desarrollo debe ser adaptable a la cultura y a las realidades de cada país y de cada región, como producto de un difícil pero indispensable ejercicio de inteligencia. Para que el modelo opere en bien de un desarrollo local que sea completo y operante, debe darse no sólo en lo económico sino también en lo social y en lo cultural.
El caso de México.
México, es un país mestizo. Nuestra cultura se forma por la fusión de dos vertientes fundamentales, la indígena y la española. Tres siglos de dominación colonial produjeron un sincretismo especial en la manera de ser del mexicano. En nuestra idiosincrasia se combinan creencias y significados arraigados profundamente en nuestras raíces indígenas, tamizados por la religión católica y la civilización europea. Los nombres de muchos de nuestros pueblos, volcanes y valles, así como de personas y cosas tienen un origen indígena. Muchos de las ciudades y centros ceremoniales antiguos, continuaron habitados durante los tres siglos de colonización española y así se mantienen hasta nuestros días. Tepoztlán, Mitla, Mérida y la misma ciudad de México-Tenochtitlan son solo un ejemplo. Para el mexicano, es frecuente encontrar pues en nuestras ciudades, vestigios de un pasado precolombino, de la dominación colonial y de la etapa independiente y contemporánea. La presencia constante de sitios arqueológicos en nuestro acontecer cotidiano nos recuerda parte de nuestro proceso histórico y nos permite entender nuestra esencia cultural.
Entre 1885 y 1910, Leopoldo Batres, fue nombrado por el entonces presidente Porfirio Díaz, Inspector general y conservador de los monumentos arqueológicos y lleva a cabo exploraciones y reconstrucciones en Monte Albán y Mitla, además de velar por la protección y mantenimiento de los sitios arqueológicos descubiertos en ese entonces. La legislación mexicana tiene también una larga trayectoria en cuanto a la protección de este legado histórico que es considerado desde entonces patrimonio cultural de todos los mexicanos. Ese es el sentido primordial del concepto de patrimonio en México, que es un bien inalienable, imprescriptible y cuyo disfrute es derecho de todos los mexicanos.
El caso de Monte Albán y Oaxaca.
Permítanme ilustrar mi planteamiento teórico tomando como ejemplo el caso de la ciudad prehispánica de Monte Albán y donde he trabajado en los últimos 15 años.
Monte Albán fue una de las primeras ciudades de lo que hoy conocemos como Mesoamérica, fundada en el año 500 a.C. Se encuentra ubicada sobre un conjunto de cerros a 400 metros sobre el nivel del Valle central de Oaxaca, el cual tiene tres brazos o subvalles. Al establecimiento de Monte Albán como centro rector de otros asentamientos en el Valle se le considera como un signo inequívoco del surgimiento del estado como forma de organización social.
Monte Albán funcionó como la capital de los zapotecos desde su fundación hasta más o menos el año 850 0 900 d.C. en que su poder político se rompe y pierde su carácter de centro rector pero sigue siendo habitado y utilizado como un centro ritual hasta poco antes de la llegada de los españoles a la región en el siglo XVI. La región de Oaxaca era próspera y productiva y entre los muchos productos que se obtenían de ella estaba el oro, razón por lo cual llamó la atención al conquistador español Hernán Cortés quien como pago por sus servicios a la corona en la conquista de México, reclamó esa región como propia y se hizo nombrar Marqués del Valle de Oaxaca.
Monte Albán comenzó a ser explorado en 1931 por el Dr. Alfonso Caso, quien realizara investigaciones sistemáticas de los principales conjuntos monumentales. El 6 de enero de 1932, el Dr. Caso inicia excavaciones en una residencia zapoteca, que contendría la famosa tumba 7 con su extraordinaria ofrenda. A partir de ese momento el nombre de Monte Albán y el de Alfonso Caso, recorrerán el mundo entero y le permitirá realizar exploraciones arqueológicas durante los siguientes veinte años. Desde su fundación en 1939, el Instituto Nacional de Antropología e Historia ha tenido a su cargo la protección y conservación de la zona arqueológica de Monte Albán. Durante los trabajos de Alfonso Caso de 1930 a 1950 se llevaron a cabo las mayores obras de desmonte, exploración y consolidación efectuadas en la zona. Gracias a esos trabajos se descubrieron una gran cantidad de conjuntos arquitectónicos cívico-ceremoniales, así como muchas otras residencias habitacionales. La exploración de estas áreas permitió también el descubrimiento de cerca de 180 tumbas y la exploración de un número considerable de entierros y elementos arqueológicos, lo que produjo entre otras cosas, además de la posibilidad de apreciar uno de los mas bellos conjuntos arquitectónicos prehispánicos, una de las secuencias estratigráficas y descripciones cerámicas hasta ahora mejor conocidas en Mesoamérica. A partir de los años setenta, el Centro Regional de Oaxaca del Instituto Nacional de Antropología e Historia, ha enfocado su atención en la delimitación y vigilancia de tan extensa zona arqueológica. A la construcción de una unidad de servicios turísticos y culturales que además de brindar al visitante los servicios de restaurante, sanitarios, venta de publicaciones y artesanías, alberga una colección de bajo relieves y esculturas originales de la misma zona arqueológica, que por estar expuestas al deterioro ambiental, se protegieron en este pequeño museo, colocando reproducciones en donde antes estaban las originales. La protección, conservación y restauración de los edificios, plazas, estelas y esculturas, es parte de un programa permanente de mejoramiento del sitio en el que participa personal altamente calificado por parte del INAH. Por su alto valor social e histórico, Monte Albán fue declarado por la UNESCO desde 1987, Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Por otro lado, la fundación de la ciudad de Oaxaca se remonta a finales de la época prehispánica. Cuando los tlatoanis mexicas, Moctezuma IIhuicamina (1457­1458) Y Ahuizotl (1486-1495) envían a sus guerreros a dominar la región, fundando una guarnición militar en Huaxyacac, de la que no se ha podido localizar su ubicación exacta pero se cree que debió ser entre los ríos Atoyac y Jalatlaco.
En 1519, aún antes de la caída de México-Tenochtitlan, Francisco de Orozco es enviado a Huaxyacac por Hernán Cortés para investigar la riqueza de los yacimientos de oro en esa región, la breve visita de Orozco encuentra poca resistencia y en 1521 regresa nuevamente a Oaxaca fundando Segura de la Frontera la cual será poblada y despoblada en varias ocasiones.
En 1526 el emperador Carlos V expidió la cédula de fundación de una villa en el mismo lugar que antes habían ocupado Huaxyacac y Segura de la Frontera, poniéndole por nombre Antequera en honor a otra ciudad así llamada en Andalucía. Sin embargo, por problemas políticos entre Cortés y Nuño de Guzmán, la orden llega a Nueva España hasta 1529 y entonces Juan Peláez del Berrio, ayudado por el topógrafo Alfonso García Bravo, trazan la ciudad y reparten solares a 80 familias españolas. (González Pozo 1987:XX)
En 1532, Carlos V la eleva al rango de ciudad. En relativamente poco tiempo, alcanza un gran crecimiento por asentarse en ella españoles e indígenas. En las Relaciones geográficas de 1579 se señala que había 500 vecinos españoles y 300 "naborios"(indígenas) que ayudaban en las obras de construcción y mantenimiento de la ciudad. Para esa fecha se termina la construcción de la primera catedral. Además de ser el centro religioso y administrativo del Obispado de Oaxaca, alcanzará importancia por ser el punto obligado de paso de los viajeros que iban del centro de la Nueva España hacia Centroamérica y Perú y también gracias al comercio que tenía lugar a través de Huatulco (Romero Frízzí 1986: 35).
La relación de dependencia y dominación que se estableció entre los españoles que habitaban la ciudad y los indígenas asentados alrededor, fue determinante en el crecimiento de Antequera. Además, la mayoría de estos grupos era de origen mexica, lo que los diferenciaba del resto de los poblados del valle, habitados por etnias zapotecas y mixtecas. A medida que transcurría el Virreinato, algunos de los pueblos nahuas como Jalatla­co, Xochimilco y Santa María Oaxaca se fueron convirtiendo en suburbios de Antequera. En ellos, otros inmigrantes zapotecos y mixtecos se veían obligados a aprender náhuatl y español para adaptarse al ambiente cada vez más urbano que ahí prevalecía, perdurando esta situación durante el siglo XVII y principios del XVII1 (Romero Frízzí 1986, XXVII).

De acuerdo a datos contenidos en un censo de tributos, para 1661 la ciudad de Antequera tenía nueve barrios y contaba con una población de tres mil a seis mil habitantes. Según Chance (1986:403):
“...Ias posiciones de poder, riqueza y autoridad de Antequera estaban invariablemente en manos de personas clasificadas socialmente como "blancos" ya sea criollos o españoles peninsulares. Las personas de otras categorías rara vez podía(l entrar en las posiciones de elite y se les excluía de las posiciones en la Iglesia y el Gobierno. Pero de todos los grupos socio-raciales, los criollos eran por mucho, el más heterogéneo en posición y riqueza".
Hacia finales del siglo XVIII, habiendo superado las crisis y depresiones tan severas del siglo XVII, se podían contar alrededor de 19 mil habitantes en la ciudad de Antequera, la cual ya se empezaba a conocer también por el nombre indígena de Oaxaca (Cf. Ajofrin en González Pozo 1987: XXX)
Durante el siglo XVIII se experimentó un auge notable del comercio, lo que trajo beneficios a los comerciantes blancos establecidos en la ciudad y a algunos otros sectores de la población. Dicho auge repercutió en las construcciones "religiosas, terminándose en esa época la fachada de la Catedral, La Soledad, San Agustín y San Francisco; cuando se construye­ron casi en su totalidad los templos de Las Nieves y de La Merced; cuando se levantaron nuevos templos, capillas y conventos como San Felipe Neri, el Carmen Alto, San José, La Defensa, Betlemitas, la primera versión del Patrocinio, Los Siete Príncipes y la Capilla del Rosario anexa al templo de Santo Domingo (González Pozo 1987:XXXI).
En 1786, al abolirse las provincias tradicionales, incluyendo los corre­gimientos y:
“...repartimientos se rompió el control monopólico de compra-venta de mercancías. A cambio, la Nueva España se dividió en doce intendencias, comprendiendo una de ellas la región de Oaxaca y su capital, llamándola así, oficialmente desde ese momento. Asimismo, al interior de las ciudades capitales, se impuso la división por "cuarteles" mayores y menores, que estaban a cargo de un alcalde de barrio, el cual tenía entre sus funciones velar por el buen estado de su área y de las construcciones que ahí se encontraban. En 1796 la ciudad de Oaxaca se dividió en cuatro cuarteles mayores y ocho menores (Esperanza, 1981, en González Pozo, 1987: XXXIII).
Durante el siglo XIX, aunado al incremento de las actividades comer­ciales, la arriería va a convertir a la ciudad de Oaxaca en un próspero centro indomestizo de distribución y concentración de productos con un monopolio comercial cada vez más rígido. Con la Independencia, se van a continuar los mismos sistemas de explotación hacia los indígenas sólo que ahora son mexicanos los que lo llevan a cabo (Nolasco, 1981: 190).
Por su ubicación geográfica, la ciudad de .Oaxaca ha estado siempre expuesta a la acción demoledora de los temblores, a partir del siglo XIX se tienen registros detallados de múltiples sismos que produjeron daños considerables en los principales edificios públicos y civiles. La arquitectura misma de la ciudad y de la región entera ha debido adaptarse a estas condiciones geológicas produciendo edificios anchos y bajos con torres muy disminuidas en el caso de los templos, y de casas con amplias habitaciones alrededor de uno o dos patios en una sola planta y ocasional­mente, en dos, con techumbres de vigas.
La primera mitad del siglo XX va ha presentar un crecimiento urbano bastante lento, hacia 1940 la ciudad no había rebasado los 35 mil habitan­tes, las causas de esto son, entre otras, la Revolución y el reparto agrario, aunado al fuerte terremoto de 1931 que destruyo gran parte de la ciudad causando también innumerables muertes. A partir de 1950 la ciudad de Oaxaca va a registrar un crecimiento acelerado tanto en el número de habitantes como en su extensión urbana, como consecuencia, principal­mente, de una emigración masiva del campo a la ciudad debido a la imposibilidad del campesino a mantenerse con el producto de su siembra (Nolasco 1981: 191).
Es a partir de este momento en que la ciudad empieza también a perder parte de su fisonomía colonial. Aunque la traza original se conserva, van a derribarse antiguas y señoriales casonas para dar paso a construcciones de una calidad y valor arquitectónico nulo, cambiando la volumetría tan uni­forme de sus edificaciones, el ritmo y proporciones de sus vanos y macizos, además de la introducción de materiales de construcción "modernos".
Para la década de los años setenta los cambios van a ser más notorios y acelerados, coincidimos con Margarita Nolasco cuando apunta que:
“La aparición del turismo, de los servicios, de la migración rural-urbana la modernización del capitalismo dependiente nacional, permitieron que la ciudad de Oaxaca rebasara la etapa del capitalismo premercantilista, con su sistema de marcados y su relación interétnica de dominación. Ahora su diná­mica económica no depende de la acumulación de los bienes indios en el seno de la sociedad mestiza, sino de los beneficios obtenidos del turismo, y usar a los indios como mano de obra muy barata, o como "cosas vendibles" al turismo; folklore, pasado prehispánico y colonial, etcétera. Los cambios anteriores se plasman también en el casco urbano: surgen nuevas colonias, alejadas del centro y del mercado, se construyen nuevas instalaciones para los turistas (hoteles, restaurantes, albercas, centros de baile, etc.) y las grandes fiestas de la ciudad tienen ya más que ver con el turismo y con la política oficial (guelaguetza), que con las actividades tradicionales, ligadas con la religión, con el mercado y con las ferias (Nolasco 1981: 193).
Idealmente, debe existir una relación de beneficio muto entre el turismo y el manejo de sitios considerados como patrimonio cultural. El turismo como industria, como hemos apuntado, busca tener una oferta atractiva, la infraestructura necesaria para satisfacer la demanda existente y la viabilidad económica. En cambio, la obligación primordial para con un sitio cultural será fomentar la investigación, conservación y restauración del mismo, así como servir como un centro de formación y educación de los jóvenes y en general de la población que habita cerca del mismo (du Cros y McKercher 1999).
Sin embargo, esta relación entre el turismo y la conservación de sitios patrimoniales no es fácil. Du Cros y McKercher (1999) mencionan una serie de casos en que esta relación ha sido de plano (Berry 1994, Boniface 1998, Jacobs y Gale 1994, Jansen-Verbeke 1998). El resultado de ello es que se trabaja de manera encontrada. En otras ocasiones, los valores culturales son transformados de manera consciente con tal de obtener mayores ganancias (Urry 1990, Daniel 1996, McKercher y du Cros 1998). Tales situaciones ocurren cuando los valores culturales se presentan como un producto, y son vistos como una mera forma de entretenimiento más que por su valor intrínseco. Hollinshead (1998) documenta este hecho en detalle en su trabajo sobre Disneylandia. Por el otro lado, el potencial turístico de un sitio cultural puede ser sacrificado cuando existe una actitud negada hacia la llegada del turismo por considerarlo como una influencia corruptora (Hovinen 1995, Fyall y Garrod 1996).
Los esquemas hipotéticos, las metodologías y programas diseñados para el estudio y protección de conjuntos, zonas y asentamientos urbanos poseedores de un rico patrimonio cultural, están en un proceso continuo de reconstrucción teórica y práctica, no sólo en México sino a nivel general en todo el mundo.
Incluso nos atrevemos a afirmar que, a diferencia del campo de la restauración de monumentos aislados o individuales donde hay avances muy concretos, los estudios sobre la conservación integral de conjuntos urbanos están todavía en proceso.
Afortunadamente, de un tiempo a esta parte, la problemática y el interés de la conservación del patrimonio cultural no sólo se circunscribe a los monumentos, sino también a los conjuntos o zonas de monu­mentos, donde debido a causas diversas, se han venido sucediendo transformaciones importantes en la fisonomía de los mismos.
En estas ciudades, el patrimonio cultural está constituido por construc­ciones o vestigios prehispánicos, edificaciones coloniales religiosas y civi­les e inclusive, las manifestaciones arquitectónicas vernáculas tradicio­nales, haciéndose necesaria la adecuada conservación de todos ellos por ser el testimonio material de diversos monumentos históricos y sociales de esa comunidad (González Licón 1985: 3).
En el caso de la ciudad de Oaxaca, al igual que en muchas otras, se enfrentan elevados índices de densidades de vivienda y de población, alteración de los patrones de distribución tradicionales, crecimiento desme­dido, desordenado y permanente en la periferia del conjunto urbano, ocupando cada vez más áreas agrícolas productivas, para incluirlas en el especulativo mercado mobiliario.
Aunado al desmejoramiento de la vivienda, de los servicios públicos, de los centros de trabajo, recreación y de las vías de comunicación, se transforman cada vez más las actividades artesanales ancestrales, así como la construcción de viviendas con materiales tradicionales, esto sin mencionar aquí la pérdida acelerada e irremediable del patrimonio cultural intangible como la lengua, el vestido y las relaciones sociales, entre otras.
Asimismo, propiciado por el cambio en el uso del suelo, se ha llevado a cabo la introducción de servicios municipales en forma anárquica que deterioran visual y físicamente la imagen urbana y se da paso a la acción “remodeladora o renovadora" de arquitectos que no toman en cuenta, ya no digamos las normas internacionales o nacionales de conservación e intervención en conjuntos históricos, sino ni las más elementales manifes­taciones de sentido común, anteponiendo su afán modernizador a toda costa, sin importarles las tradiciones, estilos e historia de la ciudad misma.
Además de las consideraciones anteriores, debemos agregar tal vez la más importante, la cada vez mayor presencia de turismo en el estado, que utiliza la ciudad como base para visitar las zonas arqueológicas y posteriormente dirigirse a las bahías de Huatulco o Puerto Escondido.
Debido a la falta casi absoluta de industrias en el estado, a la raquítica producción agropecuaria, que no alcanza a cubrir ni siquiera los niveles de autoconsumo locales, al turismo viene a ser, aparentemente, la solución a los problemas económicos de la región y de la ciudad misma.
El incremento de la "población flotante" que es atraída por el turismo, o que vive de él, ha propiciado el desplazamiento de la población hacia las colonias periféricas, ofreciendo las construcciones civiles del centro histó­rico a un mercado inmobiliario sobrevaluado para la población local y cada vez más especulativo.
Este cambio en el uso del suelo de algunas zonas del Centro Histórico va alterando la fisonomía de la ciudad, y propicia entre los propietarios de dichos inmuebles, el deseo de modificar su función original para adaptarla generalmente ala instalación de negocios dedicados a los servicios o a la venta de artesanías y otros productos "típicos" del lugar.
Desarrollar turísticamente un sitio histórico y arqueológico monumental requiere encontrar el balance entre los factores, entre lo deseable y lo posible, fijar cuidadosa y responsablemente los límites cuantitativos a la explotación turística, regular el número de visitantes y los sitios a que tienen acceso, limitar las actividades dentro del sitio a las que éste puede y debe resistir; sólo así se puede lograr un desarrollo sustentable, que sea permanente y que reconozca el derecho a la permanencia del propio Patrimonio.
El concepto de “utilizar racionalmente” contra el de “explotar”, debe prevalecer en todos los programas y proyectos de turismo cultural, pues con ello el conocimiento y el respeto al sitio y a la cultura local evitarán el deterioro que puede acabar con el patrimonio y con el recurso turístico.
Estas nociones corren el peligro de convertirse en abstracciones románticas si no se cuenta con la brújula adecuada y con el mapa correspondiente: La brújula es la ética ya expresada en la carta de Quito (VII - 1), que habla de la lucha que sostiene la fiebre del progreso, con modelos importados de modernidad, contra la valoración y el respeto a la propia cultura y a la memoria histórica. Este concepto ya tiene una concreción en las propuestas de Sri Lanka 1993, donde se recomienda establecer y difundir códigos éticos para el turista, para el empresario turístico, para las autoridades y para la población local.
El capitalismo desbocado, que no reconoce límites, con su versión de neoliberalismo, amenaza con polarizar cada vez más el poder y el dinero, con lo que las decisiones sobre el Patrimonio Histórico se volverán más materialistas y metalizadas. En cuanto a la arquitectura religiosa, aunque uno pudiera pensar que por su antigüedad y monumentalidad "se cuidan solos", no es así ya que el deseo del gobierno del estado y de grupos de inversionistas de propiciar por todos los medios el incremento del turismo, ha pugnado por convertir los exconventos en hoteles. Un caso concreto es el conjunto de Santa Catarina que ahora es parte de la cadena hotelera Camino Real.
Fuera de lo paradójico o anecdótico que resulte, que dos zonas consideradas por la UNESCO al mismo tiempo (1987) como Patrimonio Cultural de la Humanidad, entren en competencia, en realidad no es nada de tomarse a la ligera. El centro urbano de Monte Albán, alcanzó su máximo crecimiento y esplendor hacia los años 650-700 d.C. y su trama urbana se extendió en una superficie de un poco más de tres mil has. de las cuales el lNAH tiene delimitada y restringida toda actividad en 2,150 has. Al respecto, se ha instalado una comisión de vigilancia entre el Ayuntamiento y el INAH para prevenir y limitar el crecimiento de la mancha urbana moderna, la cual está constituida en esa zona por construcciones de pésima calidad, que carentes de todos los servicios, verdaderamente invadan las laderas y presionan al gobierno municipal hasta que éste les construye" calles e instala luz y agua.
Con base en nuestra experiencia en Oaxaca, estamos plenamente convencidos de que la conservación del patrimonio cultural no puede ser una acción aislada, sino una labor conjunta que considere la protección del patrimonio arqueológico e histórico como un hecho integrado por múltiples factores, y que por lo tanto requiere de una política alternativa de interven­ción, rechazando los programas urbanísticos que planteen procesos indiscriminados de expansión y renovación, así como los proyectos de conser­vación y restauración inspirados únicamente en criterios históricos y artísticos sin contemplar el ámbito urbano y las características de cada comunidad a intervenir. .
Resulta necesario mencionar aquí que este tipo de planteamientos implican la adopción de actitudes abiertas y respetuosas hacia la comuni­dad, de manera que se puedan captar efectivamente sus necesidades e inquietudes.
Desafortunadamente esto último no se ha logrado del todo, a lo que debemos añadir que cuando se ha presentado la oportunidad de establecer una política de conservación colectiva e integradora, lejos de aunar esfuer­zos entre los distintos organismos oficiales, civiles y privados, nos encon­tramos con que existen motivaciones y objetivos distintos, e incluso com­petencia entre los mismos, lo que provoca además de un desgaste innecesario, la mala aplicación de los recursos disponibles y sobre todo propiciar que la comunidad pierda interés acarreando graves consecuen­cias para el patrimonio.
“El caso de Monte Albán y la ciudad de Oaxaca, presenta las condiciones aparentemente ideales de alejamiento de los servicios complementarios que reclama el turista como son (terminales de autobuses y aeropuertos, hoteles, restaurantes, tiendas de artesanías, etc. que son los que producen más ingresos económicos pero que también pueden generar en el sitio arqueológico un gran impacto negativo y contaminación. El proceso de “invasión” de las colinas de Monte Albán por la ciudad de Oaxaca en las últimas dos décadas nos ha dejado importantes enseñanzas. Reconocemos que el turismo es la principal fuente de ingreso de Oaxaca, atraídos por sus zonas arqueológicas, su gastronomía, sus tradiciones y costumbres milenarias, los trajes y fiestas tan vistosas.
En el primero de los casos, se ha aprendido a convocar e incorporar a los diferentes sectores involucrados, desde los diferentes niveles de gobierno, los prestadores de servicios turísticos, los habitantes de esas comunidades circundantes a la zona arqueológica. A través de representantes, a todos los sectores se les informa para que conozcan, opinen y participen en los planes de investigación, conservación y restauración de la zona arqueológica, la cual se considera no solo la que está delimitada sino también los restos que están en sus comunidades. En todos los casos la ley que nos rige es la Ley Federal sobre Sitios y Monumentos Arqueológicos e Históricos de 1972.
En cuanto el manejo interno del sitio, existe por un lado la Declaratoria de Zona Arqueológica que permite protegerla por la ley. Esto da cabida a la existencia de diferentes equipos de trabajo, por un lado un director del sitio, un arqueólogo encargado de vigilar y proteger los vestigios fuera del polígono un grupo de arqueólogos encargados de hacer rescates arqueológicos por las obras autorizadas o no en esa zona. Un arqueólogo encargado de las obras dentro del polígono de la zona arqueológica, así como del mantenimiento de las estructuras abiertas al público. Proveer de baños, información suficiente de los edificios y áreas importantes en español, inglés y zapoteco. Un administrador, un grupo de custodios, boleteros, jardineros y restauradores.
Con las comunidades se trabaja cotidianamente y hay algunas que colaboran y hay otras donde simplemente llegar a ellas pone en peligro la integridad física de los arqueólogos. No es tan simple, sin embargo se busca colaborar con todos ellos y tratar de entenderlos en su necesidad de contar con tierra para edificar sus casas pero que también cooperen pidiendo licencia para las obras y reportando los hallazgos que pudieran ocurrir. Del conjunto de objetos e información que se va recabando a lo largo de los años, se planea hacer museos comunitarios, donde se exhiban los objetos encontrados en cada colonia. De esta manera se involucra a los habitantes de esas comunidades en la protección, conservación y defensa de su propio patrimonio. Permite igualmente con las nuevas generaciones, el que entiendan los procesos sociales que se dieron para que dentro de una perspectiva histórica comprendan la relación que tiene el pasado con el presente e igualmente con el futuro. Al aquilatar la importancia de su propio patrimonio como residentes e inclusive descendientes de los pobladores prehispánicos, se puede ofrecer este conjunto cultural al turismo sin riesgo de que se vea transformado sino aquilatado y conservado como un todo. Que sea un elemento de cohesión y que preserve la identidad cultural. Se organizan también exposiciones temporales y conferencias acerca de las investigaciones que se llevan a cabo en el sitio. Igualmente se llevan a cabo cada dos años una Mesa Redonda donde destacados investigadores que trabajan sobre el sitio o problemáticas que lo involucran, participan con la presentación de ponencias que luego son publicadas las memorias.
Estamos conscientes de que mientras más atractivo sea el sitio arqueológico principal que se ofrece al visitante, llegarán turistas de distancias más remotas. Sin embargo la presencia de otro tipo de atractivos menos importantes son igualmente valiosos porque “completan” la visita y propician un rango amplio de actividades en ese destino generando una imagen regional como interesante de recorrer. Mientras más importante sea el sitio arqueológico que se promueve, en este caso Monte Albán, habrá una mayor sensación de necesidad de conocerlo por parte del turista potencial, el cual se sentirá obligado de visitar ese sitio (Bull 1991). Este tipo de atracciones secundarias son aquellas que tienen interés regional, o aquellas que, una vez que el turista se encuentra en la zona, resulta interesante y económico desplazarse hacia ellas. En el caso del Valle de Oaxaca, existen una gran variedad de opciones como son 6 sitios arqueológicos más entre los que se encuentra Mitla, Yagul y Lambityeco; sitios coloniales como Tlacochahuaya, Teotitlán del Valle y Ocotlán; pueblos mercado como Tlaxiaco y Tlacolula; el Centro Histórico de Oaxaca; las diversas artesanías que se producen en cada población y una gastronomía única, aunado a las playas de Huatulco y Puerto Escondido a una cuantas horas de distancia por carretera. Estos sitios secundarios por si mismos (sin contar los destinos de playa), no son realmente la razón por la que el turista visita el Valle de Oaxaca, sin embargo, una vez que se inicia la planeación del viaje se ofrecen como un complemento sumamente interesante y atractivo.
Con base en lo anterior, consideramos indispensable que toda acción de conservación del patrimonio cultural, esté no sólo enfocada para bene­ficio colectivo de la comunidad, sino que ésta emane de la misma a través del establecimiento de los mecanismos de consulta y participación necesarios para ello.
En este sentido, nos permitimos señalar los siguientes puntos como propuesta para establecer una política de conservación que, aunque pen­sados para Oaxaca, bien pueden ser aplicados en otros centros históricos:
1. Propiciar la vinculación entre los programas de planeación urbana y los proyectos y propuestas de conservación, considerando al Centro histórico de la Ciudad de Oaxaca como un conjunto integral que debe ser conservado en su totalidad y no solamente sus monumentos relevantes.
2. Incrementar la participación de diversos especialistas que con el fin común de la conservación del patrimonio cultural, aporten los puntos de vista necesarios para diseñar programas y acciones adecuadas y coherentes con las necesidades locales.
3. Procurar que a través de programas informativos o de difusión, los habitantes del Centro Histórico de Oaxaca, tengan una participa­ción activa y completa durante el proceso de investigación y planeación, pero sobre todo durante la ejecución misma del pro­yecto, ya que en la medida que comprendan la importancia de la conservación de su propio patrimonio, estarán más decididos a cuidarlo y mantenerlo.
4. Proponer ante las instancias correspondientes, se actualicen y afinen los instrumentos legales en materia de conservación, que garanticen la salvaguarda de dicho conjunto.
5. Se deberá seguir impulsando que las universidades o institutos de educación superior, consideren dentro de sus posgrados la forma­ción de especialistas en la conservación de monumentos. Y que además al nivel de licenciatura de arquitectura, arqueología y carreras afines, se incluyan materias relativas a la conservación del patrimonio.
6. Proporcionar la creación de comités, patronatos y propiciar asocia­ciones civiles, para que por este medio, los habitantes del Centro Histórico o de otras comunidades hagan llegar sus ideas y pro­puestas a sus representantes de tal manera que sea efectivamente el conjunto de la población la que coadyuve en la protección, defensa, conservación y difusión de su patrimonio.

Referencias
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PATRIMONIO CULTURAL DEL PERU


PATRIMONIO CULTURAL DEL PERU


EDUARDO BERNALES
Embajada del Perú en Colombia

Agregado Cultural de la Embajada del Perú, diplomático de carrera del Perú, es Licenciado en Relaciones Internacionales. Entre los cargos desempeñados en el exterior se cuentan su cargo como Primer Secretario de la Embajada del Perú en Austria y en Israel, fue delegado en la oficina internacional de exposiciones en parís, jefe de carpeta Colombia y Venezuela de la Subsecretaría de Asuntos de América y actual consejero económico-comercial y cultural en la Embajada del Perú en Colombia.




PRESENTACION

El Perú es uno de los focos de atracción cultural más importante del planeta. En el marco de un paisaje presidido por la imponente cordillera de los Andes surgieron grandes civilizaciones de las que ha quedado un rico patrimonio arqueológico y cuya evolución alcanzó su máximo apogeo durante el Imperio de los Incas

El extraordinario patrimonio cultural del Perú tiene en consecuencia su origen en las espléndidas civilizaciones andinas que surgieron en su territorio antes de la llegada de los españoles. Los tesoros arqueológicos peruanos son fieles testimonios de la existencia de un poderoso impulso civilizador, el cual se desarrolló sin contacto con otras culturas extracontinentales.


DESARROLLO Y EVOLUCION DE LA CREACION ARTISTICA PERUANA

Las primeras manifestaciones artísticas que reflejan un alto grado del conocimiento y evolución tecnológica son las piezas halladas en los yacimientos de Chavín de Huantar y Cupisnique, allá entre los siglos IX y IV antes de Cristo. Se trata de un arte simbólico y religioso que abarca la orfebrería de plata y oro, la cerámica, la arquitectura y la escultura en piedra.

Entre los siglos VIII antes de Cristo y I después de Cristo se produjo el auge de la cultura Paracas, la cual tuvo como principales manifestaciones una bella cerámica policromada con representaciones religiosas, así como tejidos delicados.

En el período comprendido entre los siglos III antes de Cristo y VII después de Cristo, se desarrollaron las culturas Mochica, en Lambayeque, y Nasca en el valle del Río Grande, en Ica. En la primera sobresalen las magníficas huacas del sol y de la luna, y la Rajada de Sipán, mientras que en la segunda destaca el cultivo en terrazas y la ingeniería hidráulica, así como cerámicas y textiles.

La civilización Wari, entre los siglos VIII y XII, asentada en Ayacucho, fue la primera en definir un trazado urbano racional. A su vez, la cultura Tiahuanaco, que se desarrolló a orillas del lago Titicaca, entre los siglos IX y XII, introdujo la arquitectura y la escultura elítica de tipo monumental, gracias al descubrimiento del bronce.

El perfeccionamiento de la arquitectura urbana tuvo su máximo exponente durante la civilización Chimú, que entre los siglos XIV y XV construyó en el valle del río Moche, en La Libertad, la ciudadela de Chan-Chan. Los Chimús fueron asimismo hábiles orfebres y realizados obras notables de ingeniería hidráulica.

La civilización Inca, que incorporó gran parte del legado cultural de los reinos que le precedieron, ha dejado importantes testimonios; ciudades como el Cusco, Patrimonio Cultural de la Humanidad; restos arquitectónicos como Sacsahuamán y Machu Picchu, y caminos empedrados que unían al Cusco con los cuatro puntos cardinales del incario o Tawantinsuyo.

La llegada de los españoles desplazó, no sin violencia, las concepciones artísticas nativas, si bien en muchos casos se produjeron enriquecededores mestizajes. De este modo, la arquitectura del Perú es la conjunción de estilos europeos sometidos al influjo de la imaginería indígena.

Tras el inicial período renacentista, dos de cuyos ejemplos más notorios son la catedral e iglesia de Santa Clara del Cusco, el mestizaje alcanzó su más rica expresión en el barroco, que tiene en el convento de San Francisco de Lima, la Iglesia de la Compañía y la fachada de la Universidad del Cusco, y, sobre todo, las iglesias de San Agustín y Santa Rosa de Arequipa, sus más bellos exponentes.

La guerra de independencia dejó un vacío creativo, que el neoclasicismo de inspiración francesa apenas pudo llenar. El siglo XX se caracteriza en general por el eclecticismo, al que se ha opuesto el funcionalismo constructivo, cuyo más acabado ejemplo es la Plaza San Martín de Lima.

De otro lado, la escultura y la pintura peruanas comenzaron a definirse a partir de los talleres fundados por religiosos fuertemente influidos por la escuela barroca sevillana. En este marco destacan la sillería del coro de la catedral, la fuente de la plaza mayor de Lima y gran parte de la producción colonial.

El mestizaje artístico fue más intenso en la creación pictórica, que recogió sin ambagues la herencia nativa y materializó sin cisuras la continuidad histórica.


PATRIMONIO CULTURAL DEL PERU

El patrimonio cultural de un pueblo reviste una especial significación por cuanto se refiere a la herencia de bienes materiales e inmateriales que nuestros antepasados nos han dejado a lo largo de la historia. Se trata de bienes que nos ayudan a forjarnos una identidad como nación y que nos permiten saber quiénes somos y de dónde venimos, logrando así un mejor desarrollo social.

De la misma manera en que heredamos bienes materiales y tradiciones familiares, recibimos también el legado de la cultura que caracteriza a la sociedad donde crecemos y nos desarrollamos. Estas expresiones distintivas que tenemos en común como la lengua, las costumbres, la religión, las tradiciones, los valores, la creatividad y la historia son manifestaciones culturales que nos permiten identificarnos entre nosotros y sentir que somos parte de una comunidad determinada. Esta herencia que comparte un grupo social es lo que denominados patrimonio cultural.

El patrimonio cultural del Perú está constituido por todos los bienes materiales e inmateriales que, por su valor histórico, arqueológico, artístico, arquitectónico, paleontológico, etnológico, documental, bibliográfico, científico o técnico tienen una importancia relevante para la identidad y permanencia de la nación a través del tiempo. Es por todo esto que dichos bienes requieren de una protección y defensa especiales, de manera que puedan ser disfrutados, valorados y aprovechados adecuadamente por todos los ciudadanos y transmitidos de la mejor manera posible a nuestras futuras generaciones.

Categorías del Patrimonio Cultural

Nuestro patrimonio cultural es muy vasto y diverso, y puede ser dividido en las siguientes categorías:

Patrimonio material inmueble: se refiere a los bienes culturales que no pueden trasladarse y abarca tanto los sitios arqueológicos (huacas o sitios arqueológicos, cementerios, templos, cuevas, andenes) como las edificaciones coloniales y republicanas.

Patrimonio material mueble: incluye todos los bienes culturales que pueden trasladarse de un lugar a otro, es decir, objetos como pinturas, cerámicas, orfebrería, mobiliario, esculturas, monedas, libros, documentos y textiles, entre otros.

Dependiendo de la época en que fue creado, el patrimonio mueble como inmueble se divide en dos grandes categorías: patrimonio arqueológico, que son básicamente los bienes culturales provenientes de la época prehispánica; y patrimonio histórico, que son aquellos fechados a partir de la llegada de los españoles.

Patrimonio inmaterial: se refiere a lo que llamamos cultura viva, como lo es el folklore, la medicina tradicional, el arte popular, la gastronomía, las ceremonias y costumbres, etc. Se trata de los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas, asociados a los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son propios, que son transmitidos de generación en generación para orgullo de la comunidad.

PATRIMONIO VIVO

No cabe duda que en los últimos años se ha fortalecido, incluso en la ciudadanía en general, la entusiasta idea de que es necesario preservar y difundir el patrimonio cultural de cada pueblo. A esta idea se ha sumado la convicción de que la concepción de patrimonio no debe hacer referencia exclusiva al pasado y a lo monumental, sino que también debe referirse al valor fundamental que se le debe asignar a todo aquello que se asocie con la vida cotidiana, el presente y el futuro de los pueblos, etnias, naciones, y comunidades donde se haya creado y se siga creando.En ese sentido, han surgido una serie de nociones y conceptos que tienen el propósito común de designar aquel patrimonio relacionado con hechos vivientes: patrimonio oral, patrimonio cultural viviente, patrimonio intangible. Nos referimos a hechos protagonizados por personas que recrean permanentemente una determinada memoria o tradición y que, por su naturaleza, no pueden ser tratados como cosas sino como procesos inseparables de los actos, comportamientos y actividades del ser humano.
En este orden de ideas, la gastronomía, las creencias y las prácticas mágico-religiosas, la historia oral, las leyendas y las tradiciones orales, los mitos y los imaginarios colectivos, las fiestas populares y los ritos tradicionales o contemporáneos, las lenguas, etc., forman parte de lo que entendemos como patrimonio vivo.

Lenguas
En el Perú, por ejemplo, sobreviven más de 60 lenguas, de las cuales 17 son familias lingüísticas amazónicas que a su vez se subdividen en 39 lenguas diferentes con sus propios dialectos. Las más utilizadas en los Andes siguen siendo el Aimara, con 3 variantes, y el Quechua, con 5 variantes regionales. Esto sin contar las numerosas lenguas que desaparecieron a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. La diversidad lingüística es por lo tanto un componente importante del patrimonio cultural peruano.

Gastronomía
La cocina peruana es considerada entre las mejores de América Latina. El cebiche, la pachamanca, el chupe de camarones, el ají de gallina, y el juane, son algunos de los innumerables platos que son apetecidos por los admiradores de la buena mesa. La calidad y la variedad están asociadas a varias razones.
La primera de ellas es la diversidad ecológica y climática del Perú, cuya geografía reúne 84 de las 104 zonas de vida existentes en el mundo, que permite una oferta de productos, ensueño del mejor chef. Los generosos recursos del mar peruano, abundante en peces y mariscos, han generado la riqueza de la suculenta mesa costeña; el arroz, las aves y cabritos han especializado la comida norteña. Sabrosos productos andinos como la papa, que tiene más de 300 variedades domesticadas, así como el maíz, la carne de cuy (conejo andino) y el ají, forman la base de la comida serrana y están presentes en todo el país. La selva agrega excepcionales manjares ribereños y carnes de caza que suelen ser acompañados con plátano y yuca. Frutas como la chirimoya y la lúcuma son inigualables en los postres.

La segunda razón es la mixtura de tradiciones occidentales y orientales. A lo largo de siglos, el Perú ha recibido la influencia española en guisos y sopas, la influencia árabe en sus dulces, la africana en la comida criolla, la influencia italiana en las pastas, la japonesa con sus delicados toques en pescados y mariscos y la influencia china que ha creado una de las mixturas más populares en el país: el chifa. Pero la originalidad de la cocina peruana no se resume en la comida tradicional, sino que continúa aportando, a través de sus jóvenes valores, en la elaboración de inéditas exquisiteces e impecables presentaciones que llevan el nombre de Nueva cocina peruana. Disfrutar de la comida peruana es todo un privilegio y pueden dar fe de ello los invitados que participaron en el Festival Gastronómico Peruano que tuvo lugar en el Hotel Sofitel de Bogotá los días 23 al 28 de mayo último.
Fiestas populares
Las manifestaciones de cultura popular en el Perú se traducen en numerosas fiestas patronales, procesiones, carnavales y rituales que se celebran en los rincones más remotos del país. Estas expresiones de fervor religioso, han formado parte de la vida de los peruanos de ayer y de hoy. Fiestas como la de Corpus Christi en Cusco, la Candelaria en Puno, las celebraciones de la Semana Santa en Ayacucho, la procesión del Señor de los Milagros en Lima, la fiesta de la Virgen del Carmen en Paucartambo (Cusco), el Q'oyllur Riti y el Inty Raymi en Cusco, y la Fiesta de San Juan en la región Amazónica, son algunas de las manifestaciones populares que marcan el calendario anual peruano. Algunas de ellas tienen un origen milenario y otras, más modernas, se suman a celebraciones que no por ser de invención más reciente, carecen de acogida o interés popular: el Festival de la Primavera de Trujillo, la Vendimia de Ica, la Feria Taurina del Señor de los Milagros, entre otras.

Arte popular
Paisaje y cultura son las dos caras de la misma moneda que el artesano peruano, gracias a su destreza y creatividad, ha sabido transmitir siglo tras siglo a lo largo de la historia.

Los artesanos peruanos, a través de sus creativas manos y las tradiciones conservadas, son por consiguiente los genuinos transmisores de ese legado cultural del cual los peruanos nos sentimos orgullosos.

El arte popular peruano presenta diversas manifestaciones y sólo me referiré a cinco de ellas.

Los tejidos:

La tradición de tejer es ancestral en el Perú. Bastaría señalar las delicadas “gasas” de Chancay, los hermosos mantos de Paracas, el fino “uncu” Inca. Hoy esta tradición sigue vital en todo el país. Como hace por lo menos 3.000 años, se siguen utilizando las fibras de alpaca, llama y vicuña y el algodón como materia prima de los tejidos. Posteriormente el uso de la lana de ovino y en tiempos modernos la fibra sintética se han incorporado al tejido peruano, así como los tintes industriales, aunque sin dejar de utilizarse algunos tintes naturales. Es principalmente una actividad femenina, aunque no exclusiva, como es el caso de los tejedores de la isla Taquile en el lago Titicaca.

Los departamentos de mayor producción textil son Ayacucho, con tapices; Cusco, con mantas, suéteres y “chullos” (gorros con orejeras); Puno y Arequipa con tejidos de punto en alpaca y vicuña; y Apurimac y Junín con mantas y tapices.

La orfebrería:

La abundancias de minerales y piedras semipreciosas en territorio peruano ha hecho posible el desarrollo del arte orfebre desde la antigüedad. Esta herencia cultural de la que se conservan técnicas y modelos ha servido a los artistas de hoy para elaborar delicada joyería, piezas escultóricas y utensilios.

Una de las técnicas renombradas en el trabajo orfebre del oro y plata, es la de la filigrana por la que estos metales son adelgazados a su mínima proporción para enhebrarlos y rizar, encanutar y encrespar estos hilos a fin de lograr joyas de notable belleza. El centro de producción mas importante de este arte es el pueblo de Catacaos, en Piura, en la costa norte del Perú.

La cerámica:

Muchos pueblos del Perú tienen larga tradición alfarera. Ayacucho con la cerámica de Quinua, de formas simples, posee gran fuerza expresiva. La procedente de Cusco ha conservado técnicas ancestrales y de la imaginería colonial. Las ceramistas de la etnia Shipiba en la Amazonía que con diseños de líneas geométricas pintadas en las vasijas, representan su visión del mundo, son muestra de la enorme riqueza y variedad de este arte en todas las regiones del Perú.

De ellas, una de las figuras más difundidas de la cerámica peruana es el Toro de Pucará, cerámica que proviene de Puno al borde del Lago Titicaca. Asimismo, ha alcanzado gran renombre la cerámica de Chulucanas en el norte del Perú, la misma que tiene raíces culturales profundas, que nacen en las culturas prehispánicas Tallán y Vicus.

Esta cerámica aporta la técnica del paleteado, técnica ancestral muy singular para modelar vasijas tan sólo utilizando una paleta de madera y una piedra redondeada, para lo cual se golpea la parte externa de la vasija rítmicamente con la paleta mientras por el interior, con la piedra a manera de yunque, se va adelgazando y dando forma a la vasija, gracias a la práctica y habilidad del ceramista. Los motivos de las cerámicas de Chulucanas por lo general se refieren a las costumbres propias de la zona, como son cholos, chicheras, cantores, etc.

La imaginería:

Legado cultural desde tiempos coloniales, la imaginería ha volcado creatividad, colorido y riqueza expresiva en innumerables objetos de culto y devoción. Las vírgenes y santos de cuello largo inspiración de la familia Mendívil en el barrio de San Blas en el Cusco; los “Niños Manuelitos”, del artista Olave igualmente en la ciudad del Cuzco; los “Nacimientos de Quinua” y las “Iglesias Ayacuchanas” son una pequeña muestra de un mundo de fantasía.

Un ejemplo de la importancia de la imaginería en las artes populares es también el “Retablo”, arte propio de los Andes y específicamente de la Región de Ayacucho donde nació con el nombre de “Cajón de San Marcos”, hacia el Siglo XIX. Estas cajas de madera, o retablos, contienen una serie de pequeñas imágenes de santos y animales dispuestos en dos o tres niveles. Muestran personajes populares si la escena es costumbrista, están hechos en yeso policromado y en conjunto transmiten todo un mundo ideológico de la gente de los Andes.

Los mates burilados:

El mate o calabaza en el Perú es el soporte para la elaboración del depurado arte del mate burilado. Los más antiguos trabajos en mate datan de hace 3,500 años y fueron hallados en el Valle de Chicama, en la Costa Norte del Perú. La técnica consiste en hacer finas incisiones con un buril sobre el mate creando dibujos que generalmente representan escenas de un gran dinamismo a manera de historietas con temas relacionados a la vida campesina, que muchas veces sólo pueden ser apreciados por medio de una luna de aumento.

Sonidos y ritmos peruanos

Al igual que la gastronomía y artesanía, la música y las danzas peruanas han demostrado su permanente permeabilidad a adaptar nuevos ritmos e instrumentos. Hoy el Perú cuenta con 1.300 géneros musicales, que son resultado de la fusión entre lo andino y lo occidental y que a su vez han sido adaptados a las necesidades musicales de cada región del país.
El hombre andino creaba hace 10 mil años sus primeros instrumentos musicales. Tenemos evidencias arqueológicas que la quena, la zampoña y los pututos son instrumentos de larga data en el Perú. Para la elaboración de estos y otros instrumentos de viento, así como de percusión, se utilizaban materiales como el hueso, cuernos de animales, barro, y conchas marinas. Con la llegada de occidente al mundo andino, se empiezan a incorporar instrumentos como el arpa, el violín y la guitarra. También se crean otros, como el cajón peruano, que hoy es todo un símbolo de nuestra identidad. Actualmente no sorprende encontrar que en este proceso creativo se haya sumado la utilización de sintetizadores, guitarras eléctricas, baterías, etc.

Dentro de los ritmos regionales que resultan del encuentro de culturas distintas, hay dos que tienen especial importancia: el huayno y la marinera. Pero también tenemos el huaylash, tondero, vals, festejo, danza de tijeras, carnaval, y otros géneros más recientes, como la chicha o la cumbia peruana. Esta capacidad integradora y de innovación musical, expresa el dinamismo de la cultura peruana.


BIENES PERUANOS DECLARADOS PATRIMONIO MUNDIAL SEGÚN LA UNESCO

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) es un organismo internacional que entre otros temas, se encarga de velar por la conservación, preservación y difusión del patrimonio natural y cultural, este último tangible e intangible legado por distintas culturas en todo el mundo. A través de la declaración de sitios considerados patrimonio de la humanidad, la UNESCO asegura la conservación de determinados lugares con especial trascendencia en la historia de la humanidad. En muchos países del mundo esta denominación ha originado la transformación de lugares inhóspitos en destinos turísticos - culturales que atraen a millones de visitantes. Ese es el caso del Perú.

Son 10 los bienes peruanos declarados patrimonio cultural y natural por la UNESCO:

1. Ciudad de Cusco. Pasa a formar parte del Patrimonio Mundial en el año 1983. La ciudad del Cusco fue el centro del Perú antiguo. Ubicada al sur de los andes peruanos, fue fundada por los conquistadores españoles en 1534, sin embargo, dicho territorio ya evidenciaba el paso y desarrollo que alcanzaron los Incas y los habitantes que les precedieron. Convertida en una de las ciudades más atractivas para el turismo en América Latina, sus calles intercalan con el mismo magnetismo, construcciones coloniales y muros incas, iglesias y templos paganos, sitios arqueológicos y haciendas campestres.

2. Santuario Histórico de Machu Picchu. Fue inscrita en el año 1983 y está considerado como uno de los sitios patrimoniales más importantes del mundo. Descubierto por Hiram Bingham en 1911, está enclavado en lo alto de una montaña, a 2430 metros sobre el nivel del mar, en plena selva tropical, ofreciendo un paisaje inigualable. El sitio está formado por murallas que parecen cortadas en roca continua, así como andenes, recintos para almacenar alimentos, plazas, templos, mausoleos, canales de piedra, y escalinatas. El Santuario sirvió al mismo tiempo, como centro de culto y de observación astronómica, y como hacienda privada de la familia del Inca Pachacútec. Machu Picchu es probablemente la creación urbana más impresionante del Imperio Inca.

3. Parque Nacional Huascarán. Considerado Patrimonio de la Humanidad desde el año 1985, es el segundo parque más alto en los Andes Sudamericanos y constituye el corazón de la cadena montañosa tropical más alta del mundo, superando los 6000 metros de altura. El parque Huascarán posee 27 montañas, 663 glaciares, 269 lagos y 41 ríos. Además, conviven diversas especies de fauna como el gracioso oso de anteojos, el cóndor, la vizcacha, la vicuña, el puma, el ciervo de cola blanca y el zorro andino.

4. Sitio arqueológico de Chavín de Huántar. Fue inscrito en 1985. Es un complejo arqueológico situado en la Región Áncash, a más de 3 mil metros de altura. Pertenece al período que va del año 1000 al 300 a.C. y en buena medida es una muestra ejemplar del desarrollo de la cultura andina. Hecho de piedra, Chavín fue un centro religioso con pasadizos subterráneos y construcciones piramidales, que guarda en su interior, figuras en bajo relieve y columnas. Es uno de los lugares sagrados más antiguos de América. En una de sus galerías subterráneas se encuentra el Lanzón, una escultura en forma de punta de lanza de casi 4 metros de altura. Chavín de Huantar fue uno de los primeros y más conocidos lugares precolombinos.

5. Zona arqueológica de Chan Chan. Recibe la denominación en el año 1986. Ubicado en la Región La Libertad, es una de las ciudades más importantes del antiguo Perú. Perteneciente a la cultura Chimú (700 - 1400 d.C.) alcanzó su máximo desarrollo en el siglo XV, no mucho tiempo antes de caer bajo el Imperio de los Incas. Fue un centro urbano - religioso construido con barro, que aún se conserva en perfectas condiciones. Se estima que en ella habitaron alrededor de cien mil personas y se cree que en esta ciudadela vivía y era enterrada la aristocracia.

6. Parque Nacional de Manú. Pasa a formar parte del Patrimonio Mundial en el año 1987. Este inmenso parque de 1.5 millones de hectáreas está ubicado entre las Regiones de Madre de Dios y el Cusco y es una de las reservas naturales más importantes de la región amazónica. El Manú se ha convertido en lugar de investigación y estudio para cientos de científicos de todo el mundo, ya que en él cohabitan más de 20 mil variedades de plantas, 1200 especies de aves, 200 especies de mamíferos, entre ellos el jaguar, y un número no precisado de reptiles, anfibios e insectos. En el parque viven también numerosas tribus, varias de las cuales aún no tienen contacto con el resto del mundo.

7. Centro Histórico de Lima. Considerada Patrimonio de la Humanidad desde el año 1988. La “Ciudad de los Reyes”, como antiguamente se la conocía, fue hasta la mitad del siglo XVIII la capital y más importante ciudad de los dominios españoles en América del Sur. Sus mayores atractivos son las iglesias de distintos estilos arquitectónicos, casonas del siglo XIX, palacios con balcones estilizados, museos, galerías de arte, y sitios arqueológicos que fueron construidos por los habitantes de las culturas prehispánicas.

8. Parque Nacional del Río Abiseo. Inscrito en el año 1990. Está situado en los Andes orientales del Perú, en la confluencia de los ríos Marañón y Huallaga, ambos afluentes del río Amazonas. La zona es conocida por un importante testimonio prehispánico consistente en un impresionante asentamiento con grandes edificios. Ocupa una superficie mayor a 1500 km2, abarcando áreas tanto dentro como fuera del parque.

9. Líneas y geoglifos de Nasca y de Pampas de Jumana. Forma parte del Patrimonio de la Humanidad desde el año 1994. Descubiertas en 1927, las líneas constituyen la herencia más importante de la cultura Nasca, que se desarrolló hace 2300 años. Ubicadas en pleno desierto, en el sur del Perú, ocupan un territorio de 450 km2 y consisten en inmensas líneas y figuras geométricas, así como dibujos de animales y divinidades, que sólo pueden ser apreciadas desde lo alto. Las investigaciones sobre su naturaleza y significado continúan, por lo que existen aún muchas interrogantes por resolver. Se cree que estas imágenes tienen que ver con rituales relacionados a la astronomía.

10. Centro Histórico de la Ciudad de Arequipa. Declarada Patrimonio Mundial en el año 2000. Arequipa está ubicada al sur del Perú y es la segunda ciudad más grande del país. La mayoría de sus edificios y casas están construidas con sillar, piedra volcánica que provienen del Misti, volcán en cuyas faldas reposa la ciudad. Su centro histórico esta formado por edificios históricos, iglesias y conventos de la época colonial y republicana. Arequipa está rodeada por los cañones del Colca y Cotahuasi, este último uno de los más profundos del mundo.

Además de los bienes antes señalados, hay igualmente otros tres que están en proceso de ser declarados patrimonio de la humanidad por la UNESCO: El camino Inca o Qapaq Ñan, el lago Titicaca y el Cañón del Colca en Arequipa.


PROTECCION Y DEFENSA DEL PATRIMONIO CULTURAL PERUANO

Proteger el patrimonio cultural peruano no es tarea exclusiva del Estado ni del Instituto Nacional de Cultura, ni de cualquier otra entidad pública; es también responsabilidad de cada uno de los peruanos.

El Estado solo no puede supervisar, vigilar, defender y promover porque sus recursos y su personal no son suficientes. No olvidemos que el patrimonio cultural peruano, compuesto por museos, sitios arqueológicos, monumentos, iglesias, casonas, edificios históricos, huacos, pinturas, esculturas, vestimentas, fotografías, monedas, libros, música, danzas, etc., está distribuido por todo el territorio. Sería imposible e irresponsable pretender que el Estado realice una labor de conservación, preservación y vigilancia efectiva sin contar con el apoyo de toda la sociedad.
En realidad, se trata de establecer un proceso participativo entre el Estado y la comunidad para la protección y defensa del patrimonio cultural, es decir, involucrar a la población local para evitar las siguientes amenazas:
- el huaqueo o excavación clandestina en sitios arqueológicos con el propósito de extraer bienes culturales;
- el robo sacrílego;
- los fenómenos naturales como terremotos o inundaciones; y,
- el vandalismo contra los bienes culturales

Esta protección y defensa se debe de realizar a través de diversos mecanismos, siendo el principal la toma de conciencia. Todos los ciudadanos debemos tomar conciencia acerca del valor que tiene el patrimonio cultural para la comunidad. Debemos entender que se trata de nuestra herencia cultural y que, como tal, forma parte de nuestra identidad nacional, regional y local y que, además, es vital para poder conocer nuestro pasado, saber cuáles son nuestras raíces y cómo podemos aprovechar lo que tenemos proponiendo diversos proyectos de desarrollo.

Hacer cumplir la expresión “Vale un Perú”, en alusión a toda una mitología creada en torno al oro de los Incas, es pues tarea de todos los ciudadanos que nos sentimos orgullosos de admirar y proteger las riquezas fabulosas que alberga el Perú y que pertenecen de igual modo al patrimonio de la humanidad en su conjunto.

PROYECTOS DE TURISMO ARQUEOLOGICO


PROYECTOS DE TURISMO ARQUEOLÓGICO. CASO ANDALUCÍA



JULIO RODRÍGUEZ BISQUERT
Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico


Licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Sevilla y Experto en Turismo Cultural y Ecológico por la Universidad Internacional de Andalucía. Independientemente de esta formación base ha continuado realizando cursos de especialización en diversos ámbitos del Patrimonio: gestión cultural, museos, interpretación del patrimonio, conservación, difusión, desarrollo sostenible del patrimonio, entre otros..
Su vida profesional ha estado dividida entre la empresa Espiral, Animación del Patrimonio dedicada a la difusión, animación e interpretación del Patrimonio, y el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico en el cual lleva trabajando como técnico en el Departamento de Formación y Comunicación desde hace más de cuatro años.





Más que proyectos podemos denominar la exposición como: Realidades del Turismo Arqueológico. Algunos ejemplos en Andalucía.

Para comenzar haremos una breve contextualización de Andalucía y su situación con respecto a España y la Unión Europea.

España ha pasado en los últimos treinta años de ser un país completamente centralista a convertirse en uno de los países más descentralizados del mundo, este proceso se ha debido a la instauración de las 17 Comunidades Autónomas que hoy la componen. Andalucía por población es la más numerosa de todas con 7.829.202 habitantes (de un total de 43 Millones), y cuenta con una extensión de 87.268 Km2 de superficie (17’3 % del total de España), comparables a las dimensiones de Portugal, o superiores a países europeos como Bélgica, Holanda, Dinamarca, Austria o Suiza.

En lo referente a los sectores económicos en Andalucía podemos destacar que el 66’15% del PIB corresponde al sector terciario, principalmente al turismo; el 15% a la Industria; el 13% a la Construcción; y el 5’85% al sector primario.

Esto demuestra la importancia que tiene el turismo en nuestra Comunidad, que tradicionalmente se ha caracterizado por estar principalmente focalizado al turismo de sol y playa, ya que en Andalucía contamos con 836 Km2 de costas, entre mediterráneas y atlánticas, y un clima bastante propicio.

A principios de los años 90 comienza a diversificarse el turismo (turismo rural o de interior, turismo cultural -más especializado que los sight & seeing que se venían realizando-, turismo de golf, etc.) ante el surgimiento de otros destinos turísticos cercanos y más económicos, que posteriormente no fueron tan traumáticos debido a los conflictos internacionales (Guerra en la antigua Yugoslavia) y temores hacia otras culturas (principalmente la islámica).

Al encontrarse Andalucía en el sur de la Península Ibérica se la ha denominado en multitud de ocasiones como puente entre culturas, entre Oriente y Occidente, y entre Norte y Sur. Pero esto a su vez también tiene sus perjuicios: el encontrarse en una zona periférica del continente le ha acarreado retrasos y subdesarrollo con respecto a Europa.
Desde el ingreso de España en la Unión Europea (1985) se consideró a Andalucía como región Objetivo 1, lo que viene a significar un especial esfuerzo en las ayudas destinadas a esta Comunidad.

El Turismo como factor de desarrollo

Los fondos europeos, a través principalmente de los programas LEADER (I, II y plus) junto con el programa operativo PRODER y PRODER-2 han movilizado una serie de fondos y recursos fundamentales para el medio rural andaluz. Importantes por su cuantía – 342’13 millones de euros sólo en la última convocatoria- ; por la amplitud del territorio afectado, el 90% del territorio de la Comunidad; por la metodología aplicada - dinámica ascendente y participativa- y por la incidencia en el patrimonio al incluir medidas específicas para la financiación de actuaciones en elementos patrimoniales del medio rural, el cuidado del medio ambiente y el entorno así como para el turismo rural.

En los últimos años se han producido cambios como por ejemplo la revalorización conceptual del Patrimonio que ha pasado a considerarse como un activo para el desarrollo, definición que ha planteado tanto riesgos como oportunidades. Cambios que han afectado igualmente a la siempre delicada relación turismo-patrimonio, en la que en pocos años el turismo pasó de verse como un riesgo para la conservación del patrimonio a considerarse como la panacea para el patrimonio y el desarrollo de las comunidades. En estos momentos el ciclo parece volver a sus orígenes y hoy desde muchos sectores se nos recuerda la fragilidad de los bienes patrimoniales y se nos advierte del peligro de una difusión ilimitada y no planificada. Esta relación debe ahora estar marcada por el equilibrio entre la búsqueda de rentabilidad económica y la rentabilidad social del patrimonio, respetando la capacidad de carga de los bienes y sitios patrimoniales y sabiendo que a menudo no necesitamos más sino mejores turistas, interesados por el entorno y por la calidad de vida de la población local.

Parece claro que las inversiones en conservación del patrimonio deben revertir en el desarrollo y la dinamización de la economía local, que el patrimonio puede y debe servir de impulso para la reactivación económica de un territorio, que los proyectos patrimoniales no deben depender exclusivamente de fondos y subvenciones públicas sino que deben buscar la autonomía en la financiación, rentabilizando las inversiones y sacando todo el potencial de generación de ingresos propios que pueda tener un elemento o conjunto patrimonial.

Pero no es menos cierto que el patrimonio tiene un valor simbólico, un valor en la memoria y en la tradición de una comunidad, un valor como aquello que identifica y define a un territorio, un valor social en definitiva que debe protegerse y recuperarse. Por todo ello existe hoy más que nunca la necesidad de buscar el equilibrio y la complementariedad entre la rentabilidad económica y la rentabilidad social del patrimonio.
En este sentido consideramos al patrimonio no sólo como reclamo para el turismo sino también y sobre todo como orgullo de una comunidad que se identifica y se reconoce en él.

En cuanto a los proyectos integrales de contenido patrimonial en el medio rural de Andalucía destacamos, entre otros Carmona (Sevilla) y Almedinilla (Córdoba).
Señalaremos que responden a un trabajo serio, riguroso y sobre todo continuado en el tiempo, donde los centros de visitantes o de interpretación son el fruto de una labor previa de investigación, son el marco donde mostrar el resultado de un trabajo y no al revés ya que en demasiadas ocasiones se considera a estos equipamientos como un resultado en sí mismos.

Como factor destacable en un proyecto es fundamental que las iniciativas de desarrollo local tengan continuidad y repercusión tanto en el tiempo como en el espacio es necesario contar con un territorio abierto a las innovaciones y en el que las acciones no se realicen de forma aislada, sino integradas en su entorno y creando sinergias que dinamizen el territorio. De esta forma consideramos el territorio como un factor que condiciona el desarrollo y el éxito de cualquier iniciativa, siendo por tanto necesario estudiar no sólo los proyectos sino y de manera relevante, el entorno o ámbito territorial en el que se desarrollan los mismos.

En un sector que tradicionalmente no se ha caracterizado por la generación de beneficios como es el patrimonial, para llevar a cabo una iniciativa con incidencia en el desarrollo y en la economía local, el reto no reside únicamente en tener una idea y saber llevarla a cabo, sino que la principal dificultad consiste en el mantenimiento o continuidad de las acciones. Para conseguir esta continuidad es fundamental que los proyectos cuenten con la decidida implicación de la población local, los residentes en el territorio que deben conocer y asumir como propias las iniciativas que se lleven a cabo en su localidad si queremos que den la mejor información al visitante o que contribuyan a la limpieza y cuidado de su patrimonio, implicándose en el éxito y continuidad de las acciones.
En primer lugar y en cualquier iniciativa que se ponga en marcha debemos tener en cuenta el problema de la autenticidad, ya que estamos hablando de patrimonio tal y como se recoge en el texto de la Conferencia de Nara de 1994, los responsables de proyectos de puesta en valor deben cuidar el rigor en todas y cada una de sus presentaciones, publicaciones o eventos organizados en torno al patrimonio independientemente del público al que vayan dirigidos.

Habrá que tener en cuenta igualmente la sostenibilidad teniendo cuidado de no matar a la gallina de los huevos de oro buscando un crecimiento a corto plazo y sin respeto por el medio, no podemos olvidar que la gente se desplaza a las zonas rurales o de interior buscando unos valores que no encuentra en otros lugares, si cambiamos la tranquilidad por el bullicio o un entorno natural cuidado con un vertedero, no sólo la gente no vendrá más pues irá a buscar otros lugares sino que sobre todo habremos destruido algo irrecuperable como es el patrimonio en su más amplio sentido.

El modelo de desarrollo que muchos municipios o comarcas están adoptando es arriesgado en la medida en que se pierde la relativa diversidad económica existente para pasar a depender exclusivamente del turismo.

En esta línea es necesario insistir en la importancia del equilibrio entre los diferentes sectores que sustentan la economía, ya que existen riesgos por la excesiva terciarización o dependencia del sector servicios que se detectan en algunas áreas, no podemos pasar todos al sector servicios ya que alguien tendrá que producir y generar los recursos para que éstos sean gastados. Así se debe trabajar para que los diferentes sectores vayan en una misma dirección y no trabajar de forma independiente por la sostenibilidad económica, la sostenibilidad social, o la sostenibilidad cultural. Un ámbito debe ayudar y potenciar al otro, siendo el balance entre los diferentes sectores básico para garantizar la continuidad de los proyectos, sin buscar la rentabilidad económica a corto plazo, olvidando el tejido social o los valores culturales propios de una comunidad.

Debemos entender además que el turismo es un sector que se mueve impulsado por resortes que no controlamos, ya que las dinámicas del sector a nivel internacional obedecen a unos intereses que superan nuestra capacidad de intervención. Las grandes empresas y tour-operadores tienen en sus manos un mercado en el que ahora podemos decir que está de moda el turismo rural y el turismo de interior pero en el que con el tiempo pueden volver a imponerse otras modalidades o tipologías.

Otro problema del sector puede llegar a ser la sobresaturación de la oferta pues en cada pueblo o comarca hay valores interesantes y si todos apostamos por el turismo como fuente de vida podemos encontrarnos con problemas. El sector se caracteriza además por la existencia de numerosas micro-empresas, lo que las dota de poca competitividad en un mercado que se globaliza. Por todo lo anterior es necesario que los promotores locales y operadores turísticos se unan creando asociaciones y redes que les doten de mayor representatividad y fuerza en el mercado.

Como ejemplo de red de municipios que se unieron para hacer frente común a las necesidades de desarrollo de su territorio enfocándolo a la investigación, valorización y difusión de su patrimonio como atractivo turístico podemos destacar la ruta Bética Romana.

Ruta Bética Romana

Desde los siglos III a.C hasta el siglo V, la Bética fue una de los territorios anexionados al Imperio Romano. Bajo su dominio, este espacio geográfico fue reconocido por su producción minera, oleícola, cerealística y por el elevado nivel de romanización de sus habitantes. Muestra del grado de romanización alcanzado por esta provincia es la subida al poder imperial a fines del siglo I y durante el II de dos emperadores béticos: Trajano y Adriano, ambos nacidos en Itálica.
La Ruta Bética Romana pasa hoy por trece ciudades de las provincias de Sevilla, Cádiz y Córdoba. Discurre por la provincia más meridional de la Hispania Romana y abarca territorios por los que pasaba la antigua Vía Augusta. En esta Ruta están comprendidos espacios paisajísticos de gran interés geográfico y natural como son el Parque Natural de la Subbética Cordobesa, la Campiña, el Parque Natural de la Bahía de Cádiz o el Valle del Guadalquivir (antiguo Betis).

Desarrollo del proceso:

En mayo de 1997 se firma el primer convenio de colaboración entre la Consejería de Turismo y Deporte de la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Carmona, con él se consigue aglutinar a 8 Ayuntamientos y 3 Diputaciones y se crea una Sociedad Limitada sin ánimo de lucro denominada Ruta Bética Romana S.L.

En febrero de 1999 una vez realizado el Inventario de Recursos Turísticos y Culturales de la Ruta de la Bética, se presenta en la Consejería de Turismo y Deporte de la Junta de Andalucía un Plan de Actuaciones para los 13 municipios integrantes en la actualidad.

Desde abril de 1999 comienza a formar parte de las Vías Romanas del Mediterráneo, proyecto Europeo que aglutina a 15 regiones de cuatro países: Francia, Italia, España y Grecia.

En diciembre de 1999 se le concede el Premio Nacional Andalucía de Turismo al mejor producto turístico, por la calidad y el carácter innovador y aglutinador de la Ruta Bética Romana.

Con la colaboración de la Consejería de Turismo y Deporte de la Junta de Andalucía se han realizado dos ediciones de 10.000 guías y 100.000 folletos en 4 idiomas. Se ha elaborado un CD Rom con reconstrucciones tridimensionales, reproducciones de monedas, videos. Etc.. Se ha reelaborado y actualizado la página web http://www.beticaromana.org/
Los socios que la componen:

La Ruta está integrada por los Ayuntamientos de Santiponce, Carmona, La Luisiana, Ecija, Almodóvar del Río, Córdoba, Montoro, Almedinilla, Osuna, Marchena, Jerez, Cádiz y Tarifa, la Confederación de Empresarios de Andalucía y las Diputaciones Provinciales de Sevilla, Córdoba y Cádiz. También colabora la asociación de Amigos de Itálica, así como otras entidades empresariales.

El proyecto tiene el decidido apoyo de la Consejería de Turismo y Deporte de la Junta de Andalucía, materializado con un convenio de colaboración que ha permitido la promoción para todo el año 2001 y de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía que ha producido la exposición: La Vía Augusta en la Bética, dentro del proyecto Europeo Interreg-IIC.

La dimensión internacional y el apoyo de la Unión Europea están consolidados a través del mencionado proyecto Interreg, titulado: Las Vías Romanas del Mediterráneo.

La Secretaria de Estado de Comercio y Turismo coordina y apoya el proyecto estatal: La Vía Augusta en Hispania, en el que tenemos como socios a las comunidades de Murcia, Valencia y Cataluña.

Los objetivos que la fundamentan:

Desarrollar iniciativas tendentes a promocionar conjuntamente una ruta turístico-cultural en el Valle del antiguo Betis (actualmente Guadalquivir).
Coordinar a las administraciones y agentes socioeconómicos buscando la sinergia en sus respectivos objetivos de desarrollo.
Aumentar y diversificar la oferta cultural y turística de calidad.
Redistribuir los flujos turísticos hacia zonas con mayor capacidad de carga.
Complementar e interconectar la oferta de Rutas Temáticas de Andalucía, de España y del Mediterráneo, ayudando a la vertebración del sector.
Satisfacer el previsto aumento de la demanda de turismo de interior y de calidad.
Difusión y Conservación del Patrimonio Histórico, Natural y Cultural Andaluz y Mediterráneo.
El producto:
Cada uno de los 13 municipios cuenta dentro de la red con una temática específica de la época romana que caracteriza a este lugar, y además está vinculado a un tema que complementa el atractivo de la localidad.

MUNICIPIO
TEMA SINGULAR
TEMA COMPLEMENTARIO
ALMEDINILLA
La villa romana
El medio natural
CÁDIZ
Explotación del mar
El teatro. Los espectáculos
CARMONA
Las defensas romanas
Defensas militares. Religiosidad
ÉCIJA
El arte romano
La arquitectura religiosa
LA LUISIANA
Los baños romanos
La Ilustración
JEREZ
El vino romano
El caballo
MARCHENA
La vida cotidiana
La villa ducal
ALMODÓVAR DEL RIO
El río
El castillo
OSUNA
El Derecho
La necrópolis
CÓRDOBA
La Administración
La arquitectura de Al-Andalus
MONTORO
La escultura
La sierra
TARIFA
La pesca
Las defensas
SANTIPONCE
La domus romana
Los monasterios


Una vez planteado la Ruta Bética Romana nos centraremos en dos de sus municipios como ejemplos bien diferentes, de Ciudad histórica: Carmona (Sevilla); y de ámbito rural: Almedinilla (Córdoba).

En el caso de Almedinilla y Carmona hay que decir que son proyectos que destacan por la continuidad de las acciones emprendidas. En ambos casos encontramos una importante labor de documentación e investigación de sus recursos patrimoniales que ha sido la base de las actividades y proyectos que se han emprendido a lo largo de los años, lo que las ha convertido en algo más que iniciativas patrimoniales convirtiéndolas en dos ejemplos de proyectos que han ido consolidando sus acciones a fuerza de constancia y rigor.



Carmona (Sevilla)

La ciudad de Carmona se encuentra a sólo 30 km. de Sevilla, y sobre la última cota de importancia de los Alcores, dominando la dilatada Vega del río Corbones
La fertilidad de la zona y la fácil defensa del cabezo sobre el que se asienta la ciudad, hizo de Carmona uno de los núcleos de población más importante de todos los tiempos.

Sus orígenes se remontan al Neolítico, habiéndose encontrado en sus alrededores ricos yacimientos prehistóricos. Luego ciudad ibérica y posteriormente fue intensamente romanizada, llegando a tener el privilegio de acuñar moneda.

Por Carmona pasaba la Vía Augusta, usada y conocida durante la Edad Media de la que se conservan algunos restos y un puente. La ciudad actual reproduce, con ligeras variantes, el plano urbanístico romano.

Fue, sin duda, este período uno de los más brillantes de la historia de Carmona. Sus huellas son perceptibles aún hoy. Las dos puertas principales del recinto amurallado son de factura romana. Pero el monumento romano más notable -único en su género- es la Necrópolis.
Carmona conservó su importancia durante la época musulmana. Incluso llegó a ser, durante los primeros reinos de Taifa, capital de uno de ellos. En 1247 se rindió a Fernando III el Santo, que la repobló y dotó de Fuero propio. Y en el año 1630 Felipe IV otorgó a Carmona el título de ciudad.

Ante este bagaje histórico y cultural parece increíble que hasta mediados de los 80 no comenzara un grupo de técnicos a trabajar en la investigación, conservación, recuperación, difusión y promoción de sus activos patrimoniales.

Este proyecto de puesta en valor y promoción del patrimonio local fue impulsado por el Ayuntamiento, y destaca especialmente por la continuidad y constancia de las acciones emprendidas que han permitido consolidar un verdadero proyecto de ciudad volcada en la conservación y difusión de su patrimonio tanto para los residentes como para el público visitante. En 1998 se pone en marcha el proyecto de la Ruta de la Bética Romana que en colaboración con los trece ayuntamientos, tres diputaciones y varias empresas andaluzas participantes ha dado un fuerte impulso a las iniciativas de promoción y comercialización del patrimonio de la localidad.

El proyecto de la Ruta Bética Romana está liderado desde el primer momento por el Ayuntamiento de Carmona y como ejemplo de ello es que el anagrama de la Ruta (Grifo: representa un animal mitológico) es entendido como símbolo de la riqueza cultural e histórica de Carmona.
Esta reproducción del Grifo procede del Vaso de los Grifos (S.VIII a.C.) encontrada en un yacimiento arqueológico de la ciudad, y que actualmente se encuentra en el Museo de la Ciudad de Carmona.

Es interesante destacar que la labor de difusión viene acompañada de la producción y comercialización de productos derivados, tanto artesanías y productos locales como publicaciones, objetos publicitarios y merchandising. Estas iniciativas generan ingresos directos, ayudan a la promoción de los proyectos y favorecen la recuperación y el mantenimiento de las artesanías en el medio rural. Como ejemplo encontramos objetos que reproducen motivos de piezas arqueológicas sobresalientes de la localidad, pañuelos de seda con dibujos de mosaicos, una colección de monedas romanas o diversas guías de la localidad.

Para finalizar resaltaremos a modo de resumen una ficha con los aspectos más destacados del proyecto de la ciudad de Carmona en el que su referente es el valor social del patrimonio histórico.

Nº de habitantes:
25.932

Año de inicio:
1985

Principales agentes promotores:
Ayuntamiento de Carmona

Actividades más representativas:
- Exposiciones temporales destinadas a la población local
- La exposición "Carmona, un museo"
- La creación del Museo de la Ciudad
- Realización de Excavaciones arqueológi­cas urbanas de forma ininterrumpida
- Proyecto General de Investigación con la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía
- Convenio de colaboración con el depar­tamento de Arqueología de la Universi­dad de Sevilla
- Creación de la Ruta Bética Romana S.L. a iniciativa del Ayuntamiento de Carmona

Inversiones:
El proyecto Carmona se nutre económi­camente de financiaciones diversas, en su mayoría procedentes del Ayuntamien­to de Carmona. Aún siendo mayoritaria­mente la financiación municipal, a lo largo de los años, han sido distintos los servicios y áreas municipales de dónde ha procedido la financiación: turismo, servicios sociales, escuela taller, etc.. Calcular las cantidades exactas es prácti­camente imposible. Para el caso del resto del resto de las administraciones, las partidas corresponden a actuaciones puntuales, fundamentalmente proceden­tes de la Junta de Andalucía, y de sus distintas Consejerías.

Puestos de trabajo:
Directos: 4 arqueólogos
Indirectos: 11 de distintas categorías


Almedinilla (Córdoba)

Cuando en 1989 las excavaciones arqueológicas en la villa romana de El Ruedo sacaban a la luz la estatua en bronce del dios Somnus, aún estábamos muy lejos de soñar con las posibilidades de desa­rrollo que se despertaban tímidamente en esta pequeña localidad de 2.500 habitantes, situada en un repliegue de la Sierra de Albayate y regada por el río Caicena: en la Subbética Cordobesa.

La excepcional estatua romana (la mejor en cuanto a calidad artís­tica y conservación de las pocas existentes en el mundo identificadas como Somnus, y uno de los mejores bronces romanos de la Península Ibérica) debía quedar en la localidad, se decía desde el Ayuntamiento, pero diversos abatares administrativos y la falta del impulso político necesario hizo que volviera a quedar dormida en el Tiempo.

Años después, en 1994, un impulso ciudadano (protagonizado a través de distintas asociaciones) y un cambio político en el mu­nicipio comenzó entonces a fraguar y, bajo la supervisión del Museo Histórico de Priego y de profesionales de la arqueología que se asentaron en la localidad, se fue concretando en una Ex­posición Permanente de Arqueología que perseguía conservar y exponer la estatua de Somnus, promoviendo a su vez la conser­vación del contexto que la explica: el yacimiento arqueológico de El Ruedo y el resto de los objetos hallados en las distintas exca­vaciones (y almacenados entonces en dependencias municipales de manera precaria).

De esta manera, del objeto pasamos a su contexto y, a través de la toma de conciencia, éste se extendió a todo el patrimonio de la localidad (histórico, etnológico, natural), tan rico como amenazado: nacía así en 1997 el proyecto del Ecomuseo del Río Caicena (con un catálogo de recursos, diagnóstico y planes de actuación a corto, medio y largo plazo), proyecto de desarrollo local de actuación te­rritorial centrado en la potenciación de los recursos patrimoniales de la localidad.

El protagonista del proyecto es el río Caicena que riega y ver­tebra el municipio de Sur a Norte, mostrando a visitantes y ha­bitantes lo que su devenir observa: el bosque de ribera y los paisajes de cascadas y remansos que va creando en sus transcu­rrir; la Sierra de Albayate (Complejo Serrano de Interés Am­biental) que flanquea; los modos de vida que surgen en sus már­genes (huertas y sistemas de regadío tradicionales, urbanismo se­rrano...); las industrias que movió su fuerza (molinos harineros y aceiteros); los asentamientos que se instalaron en sus inmedia­ciones (poblado ibérico del Cerro de la Cruz y villa romana de El Ruedo). Pero más allá del río, el proyecto tiene como sujeto a los propios habitantes del territorio, con sus saberes y formas culturales rurales, participando en el propio funcionamiento del Ecomuseo.

El Ecomuseo se traduce en una serie de actuaciones municipales (embellecimiento de calles, acondicionamiento de parajes natura­les, rehabilitación de elementos arquitectónicos tradicionales...), rutas turísticas (Ruta Senderista de Gran Recorrido GR7, Ruta de los Molinos, Ruta de la Bética Romana...), foros de debate e in­vestigación, y una serie de núcleos museísticos entre los que se en­cuentran:

-El Museo Histórico: con tres salas (olivo, cultura ibérica y cul­tura romana) y un total de 1.000 m2 que pretende mostrar de ma­nera didáctica los orígenes de la cultura mediterránea andaluza.
-El Aula del Caicena y el Recorrido de Educación Ambiental:
donde se enseña las riquezas y peligros de este espacio natural.
-Los yacimientos arqueológicos del poblado ibérico del Cerro de la Cruz y de la villa romana de El Ruedo (ambos declarados BIC y acondicionados para la visita).
-El Centro de Recepción y Exposiciones Temporales, que per­mite dar salida a los numerosos fondos del Museo con motivo de exposiciones temáticas.
-La Sala de los Molinos y Cereales (en un antiguo molino harinero).
-El Taller de Restauración y Almacén, la Sala de Conferencias, y el Alojamiento para Investigadores y Biblioteca.

Dentro de las diferentes actividades del Ecomuseo: investiga­ción, catalogación, conservación y difusión, las referidas a la di­namización cultural ocupan un apartado importante, siempre des­de la perspectiva combinada de la formación didáctica, las pro­puestas lúdicas y la dimensión turística. Estas actividades son ges­tionadas por un patronato municipal y suponen la mayor fuente de ingresos del Ayuntamiento derivados de las actividades del Eco­museo (a través de una tasa municipal por gestión de actividades culturales, aunque en la actualidad se está ultimando la creación de una empresa pública para la gestión económica de los recursos culturales).

En 2003 fueron 14.000 visitas las que tuvo el Ecomuseo (que se mantiene con los ingresos propios y subvenciones puntuales de diferentes administraciones), con dos personas contratadas a tiem­po completo, cuatro a tiempo parcial, una cooperativa (4-6 perso­nas) que desarrollan los talleres y actividades de recreación, ha­biéndose creado además en la localidad un negocio particular (a ra­íz de las comidas / cenas romanas que coordina el Ecomuseo), 10 alojamientos rurales, un hotel y dos restaurantes.

No obstante, este proyecto de desarrollo territorial sigue te­niendo en la estatua de Somnus una pieza emblemática que da pie a organizar periódicamente las Jornadas Interdisciplinares sobre el Sueño y los Sueños (con especialistas de distintas disciplinas), ac­tividades de recreación teatral en torno a mitología grecorromana (con el dios Somnus como referente), o proyectos como el de Arte y Sueño (en donde artistas de todo el mediterráneo reflexionan y trabajan su obra desde Almedinilla).

La estatua en bronce del dios del sueño Somnus o Hypnos, co­mo es conocido, podemos encuadrado en el siglo II d. C. Es anónimo pues no presenta inscripciones, marcas o firmas que lo identifiquen. La escultura es la personificación del sueño en la mi­tología griega, que conducía a las almas mediante el sueño al mun­do de la muerte. Es representado a menudo como un ser alado y sus atributos son el cuerno en la mano diestra y un ramo de adormide­ra en la izquierda. Fue restaurada en el Instituto Andaluz de Patri­monio Histórico en 1998 y en la actualidad se encuentra en el Museo Histórico de Almedinilla.













Bibliografía

§ PH Boletín del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico. Nº 42, págs. 101-104. Febrero de 2002

§ Revista Tierra Sur. Nº 15, págs. 34-37. 2004. Asociación para el Desarrollo Rural de Andalucía.

§ Guía de la Ruta Bética Romana. Publicación de la Consejería de Turismo y Deporte de la Junta de Andalucía. Turismo Andaluz S.A. 2001

§ Pilar Tassara Andrade. Proyectos de puesta en valor del patrimonio en Andalucía. Estudios de caso.

§ Pilar Tassara Andrade. Patrimonio Cultural en el medio rural andaluz – X años. Asociación de Desarrollo Rural de Andalucía (ARA)



Enlaces de interés en Internet

§ Ruta Bética Romana: http://www.beticaromana.org/

§ Vías Romanas del Mediterráneo: http://www.viaeromanae.org/

§ Turismo de Carmona: http://www.turismo.carmona.org/

§ Turismo de Almedinilla: www.cerespain.com/almedinilla.html

§ Consejería de Turismo y Deportes de la Junta de Andalucía: http://www.andalucia.org/

Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía: www.juntadeandalucia.es/cultura

Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico: www.juntadeandalucia.es/cultura/iaph

Unidad Española del Observatorio Europeo Leader: http://redrural.mapya.es/

Red Española de Desarrollo Rural: http://www.redr.es/

Red Andaluza de Desarrollo Rural: http://www.andaluciarural.org/